Los vecinos del barrio La Revilla de Busto de Bureba ya duermen tranquilos después de intentar conciliar el sueño durante años con el sonido de fondo emitido por las termitas mientras se alimentaban de sus casas. El último tratamiento contratado «ha resultado efectivo y la plaga erradicada», declaran a este periódico los perjudicados.
El albañil que trabajaba en una de las aproximadamente 15 viviendas afectadas alertó al propietario del problema hace ya cuatro años. Poco tiempo después, otra persona comprobó que los insectos también campaban a sus anchas por los recovecos de su propiedad ubicada en la misma zona del pueblo. Ante el temor de que la presencia de la especie invasora fuera a mayores, contactaron con una empresa de Valladolid que ejecutó un tratamiento en las edificaciones en vez de en la zona al completo que «no surtió efecto», añaden.
Las termitas acapararon rápidamente casi la totalidad de las construcciones del barrio y la situación se agravó. La agrupación de vecinos afectados por la plaga apostó por costear otro tratamiento «más agresivo y caro» y solicitar una ayuda económica. Gracias a las donaciones voluntarias que realizaron otros habitantes y la venta de lotería lograron hacer frente a las facturas de la compañía Anticimex, que informa que la plaga ha sido «eliminada por completo» y felicita a los damnificados por su «dedicación y esfuerzo».
Paralelamente, el Ayuntamiento construyó «un cercado en el barrio con el fin de que las termitas no se propagaran por otras zonas del municipio», aclaran fuentes vecinales. La Diputación de Burgos colaboró en la ejecución de las actuaciones, cuyo presupuesto «ascendió a 5.162 euros», según los datos aportados a este medio por la institución provincial, con una subvención de «procedimiento extraordinario y carácter excepcional que se conceden por razones de interés público, social, económico o humanitario de 3.871 euros», aclara la diputada Inmaculada Sierra.
A pesar de que la empresa necesita un tiempo para confirmar el éxito total de su trabajo y revisará nuevamente la zona tratada en mayo, no será necesario que realice visitas frecuentes porque «más de 250 estaciones con cebo activo» siguen trabajando para mantener controladas las posibles termitas que puedan haber sobrevivido. Si bien, cumplir unas medidas preventivas, como revisar regularmente las casas en busca de señales de los insectos, mantener la madera seca y bien tratada, y evitar el contacto directo entre este material y el suelo resultará crucial para que los resultados sean los deseados a largo plazo.
En julio, hace apenas tres meses, tanto la empresa contratada como los vecinos se enfrentaron a una situación «muy grave». La humedad de la zona y la madera empleada en las estructuras de las edificaciones provocaron que estas se convirtieran en caldo de cultivo para que se expandieran por el barrio devorando vigas, suelos y muebles, y provocando incluso desprendimientos en los interiores.