En el corazón del Cerrato palentino, a unos 30 kilómetros de la capital, se alza un rincón que parece detenido en el tiempo: el barrio de bodegas de Baltanás. Declarado Bien de Interés Cultural en 2015 como Conjunto Etnológico, este singular entramado de 374 bodegas subterráneas excavadas en el cerro del Castillo no solo es un testimonio vivo de la tradición vitivinícola de la Comunidad, sino también un reclamo turístico que atrae cada vez más miradas. Hoy, en plena primavera de 2025, este paisaje de chimeneas caprichosas y puertas de enebro invita a descubrir un legado que combina arquitectura popular, historia y el sabor inconfundible del vino de la Denominación de Origen Arlanza.
El origen de estas bodegas se pierde en los siglos pasados, con documentos que datan su existencia al menos desde 1543, cuando se mencionan en una venta al noble Pedro de Zúñiga, aunque pronto volvieron a manos de los vecinos. Excavadas en hasta seis niveles en la ladera del cerro, estas construcciones aprovechan el terreno arcilloso para mantener una temperatura y humedad constantes, ideales para la elaboración y conservación del vino.
"Baltanás tiene un pasado muy ligado a la cultura vitivinícola y parte de ese pasado lo reflejan las bodegas que son un patrimonio muy importante para el pueblo", señala la alcaldesa de la localidad, María José de la Fuente. La edil cerrateña recomienda no detenerse solo en la visita a este singular barrio de bodegas y darse una vuelta por el lagar comunal, donde la Asociación del Barrio de Bodegas hace vino de la manera tradicional una vez al año, cuando se vendimia, "a finales de septiembre".
Caminar por el barrio es sumergirse en un laberinto de calles estrechas y humeros que emergen del suelo como esculturas naturales. Algunos aseguran que estas chimeneas, con sus formas orgánicas, inspiraron al mismísimo Antoni Gaudí en su visita al Cerrato a finales del siglo XIX, una teoría que la escritora Ana María Ferrín defiende en su libro 'Regreso a Gaudi's Place'. Aunque no hay pruebas definitivas, la comparación con las líneas modernistas de La Pedrera no pasa desapercibida para los visitantes más atentos.
"El libro recoge cronológicamente, que, debido al gran nudo ferroviario que había en Venta de Baños y la zona de Torquemada, donde paraban los trenes para dividirse a diferentes zonas del norte de España, Gaudí pudo hacer una parada para ir a visitar las bodegas y de ahí hacerse una idea de algunas de las construcciones que realizó en Barcelona", explica el gerente del grupo de acción local ADRI Cerrato Palentino, Miguel Portillo.
"En Castilla y León hay cuatro barrios de bodegas que están considerados como Conjunto Etnológico, el de Aranda, que fue el primero, Baltanás y Torquemada y otra en una localidad de Soria", señala Portillo, que reconoce la importancia de este tipo de infraestructuras para la comarca ya que "de los 41 pueblos que la componen, casi todos cuentan con un barrio de bodegas, no tan numeroso como el de Torquemada o Baltanás, pero si interesante", explica. "Apostamos por conservar, mantener y trasladar este patrimonio a las futuras generaciones".
El grupo de acción local se encarga de dar a conocer la zona con diferentes actividades. "La comarca tiene un enorme potencial enoturístico y un encaje perfecto para promocionar ese turismo ligado a la naturaleza", explica Miguel Portillo, quien reconoce que en la actualidad se está haciendo una apuesta por acudir a ferias como Intur o Fitur y más recientemente a Fine, la feria del enoturismo, "donde representantes de catorce países visitaron el stand de la comarca durante unas horas y se fueron encantados", reconoce.
La localidad palentina celebrará el próximo jueves 3 y viernes 4 de abril el Congreso Foro Internacional de Barrios Históricos de Bodegas, una cita que en su quinta edición abandona su habitual punto de encuentro en La Rioja, para trasladarse a la capital del Cerrato Palentino.
Durante dos jornadas expertos, estudiosos, pero también personas interesadas en el patrimonio relativo a los barrios de bodegas se den cita para poner en común sus estudios y poner en valor este recurso que históricamente fue tan importante para el medio rural en el pasado. Unas jornadas que entre otros ponentes contarán con el experto en patrimonio cultural inmaterial, Luis Vicente Elías Pastor, doctor en Antropología por la Universidad de Barcelona, que abrirá la cita con la ponencia 'El Patrimonio Cultural Inmaterial del Barrio de Bodegas de Baltanás', donde compartirá protagonismo junto al historiador de Arte por la Complutense, Gonzalo López-Muñoz Moragas, el doctor arquitecto por la Universidad Politécnica de Valencia, Alfonso Muñoz Cosme y por el investigador postdoctoral del CSIC, Fernando Ramonet.
"Llevo casi dos años trabajando en Baltanás", reconoce Luis Vicente Elías. "Interesándome por su historia vitivinícola", añade. Y es que hoy, las bodegas han evolucionado y han pasado de ser el alma de la producción vinícola local a convertirse en espacios de encuentro. "Baltanás llegó a tener más de 300 hectáreas de viña y en la actualidad cerca de 30 personas elabora vino de forma muy diferente a lo que se hacía de manera tradicional en el pueblo con despalilladoras, bombas o prensas de banasta", señala Luis Vicente. "Lo interesante es ver cómo todo el patrimonio inmaterial, las costumbres, las tradiciones, los dichos, las referencias, continúan hoy en día".
Para este experto, el barrio de bodegas hoy en día tiene una función mucho más social, que productiva, ya que, como señalaba antes, apenas una treintena de vecinos elabora vino, pero en cambio los merenderos, los espacios sociales, "donde ya se ha incorporado la mujer" o la gente joven con las peñas, "se reúnen en esos espacios anexos a las bodegas".
De aquellas 300 hectáreas, en la actualidad apenas hay unas doce de viñedos. Una de las singularidades de este tipo de infraestructuras, con respecto a otras en otros lugares del mundo, es que en Baltanás se emplea "prensas de viga" por parte de algunos vecinos. "Una de esas grandes prensas las tiene el Ayuntamiento para mostrar a los visitantes para recordar cómo se elaboraba", señala. Además, la forma de elaboración también cuenta con singularidades, según el estudioso, ya que ahora el caldo reposa en barricas de pequeño tamaño. "Son singularidades que continúan con las formas tradicionales que había en el pasado, que se han acomodado en la actualidad".
La localidad estuvo muy vinculada al mundo del vino puesto que en sus proximidades confluyen denominaciones como Ribera de Duero, Cigales o Arlanza, grandes zonas vitivinícolas, aunque con el paso de los años, el vino fue perdiendo protagonismo. "Se dedicó mayoritariamente al cereal después de las concentraciones parcelarias de los años 60 y 70 y perdieron el viñedo, pero en cambio hay una gran cultura del vino en el recuerdo", apunta Luis Vicente, quien señala que el hecho de que esta sea la primera vez que el congreso salga de La Rioja, pone en valor "ese recuerdo que son las bodegas y que deben mantenerse, pese a que muchos de los barrios de bodegas se están destruyendo", afirma el estudioso.
Las ponencias continuarán durante los dos días con charlas que versarán sobre la elaboración del vino, la conservación de estos barrios, visitas guiadas, catas y maridajes con auténticos expertos en la materia. Desde lo alto del cerro, con la iglesia de San Millán asomando majestuosa, el barrio de bodegas se tiñe de tonos primaverales. Las viñas que lo rodean comienzan a brotar, y el aroma a tomillo y espliego se cuela entre las chimeneas. Más que un lugar, es una experiencia que une pasado y presente, invitando a perderse entre sus galerías y a brindar por un legado sigue latiendo bajo tierra.