Dramas que protagonizan las urgencias sociales

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Este recurso municipal que ha cumplido 25 años, y desde 2011 gestiona la Fundación Lesmes, atiende con la intermediación de la Policía Local y de forma inmediata, situaciones complejas fuera del horario habitual de los servicios sociales

En el albergue municipal existe una plaza reservada para ser utilizada por el Servicio de Urgencias Sociales en el caso de que sea necesaria. - Foto: Alberto Rodrigo

Puede ser una persona mayor que deambula por las calles desorientada y a horas intempestivas. O una pelea familiar que ha subido de tono. Una mujer que está siendo agredida por su pareja o expareja. Alguien que ha llegado de madrugada en un autobús y se encuentra perdido en la ciudad sin recursos o sin conocer el idioma. Un menor solo. Un joven con síntomas de intoxicación por consumos o de padecer una enfermedad mental. Si se ha encontrado alguna vez una situación parecida y ha llamado al 112 con preocupación, sepa que la solución inmediata a estas crisis a deshoras ha estado en manos de alguna de las cuatro trabajadoras sociales de la Fundación Lesmes, entidad que gestiona desde 2011 el Servicio de Urgencias Sociales (SUS) del Ayuntamiento. El año pasado fueron 240 personas las que fueron auxiliadas por este recurso al que no existe acceso directo sino que es la Policía Local, a través de Emergencias, la que recurre a su intervención especializada -bien por una llamada de un usuario o por iniciativa propia al encontrarse el problema- para encontrar una solución inmediata.

Cuando a las tres de la tarde los centros de acción social (ceas), que son quienes gestionan soluciones a este tipo de circunstancias, terminan su jornada laboral, arranca la del SUS hasta las 8 de la mañana del día siguiente cuando vuelven a abrir sus puertas. Una trabajadora social tiene abierto su teléfono esas 12 horas (24 en fines de semana y festivos) a cualquier llamada que pueda recibir de los efectivos de Policía Local. «En ese momento, cuando nos solicitan apoyo, es cuando intervenimos de forma inmediata. Se trata de poner un parche a una situación urgente como que una persona esté durmiendo en la calle en pleno invierno o un mayor que se ha perdido. Se le gestiona un recurso puntual para ese momento o se resuelve la situación en ese momento y ya, al día siguiente, nuestras compañeras de los ceas se encargan de hacer el seguimiento y de proponer soluciones a más largo plazo», explicaron las trabajadoras sociales Jessica Lara y Miriam Simón, que junto con Lina Angulo y Agustina Sancholuz son las encargadas de turnarse una semana al mes la atención.

Mediar y calmar. De las 240 personas a las que ayudó el SUS el año pasado en las 163 intervenciones que llevó a cabo, más de la mitad (150) carecían de un lugar seguro donde pasar la noche. Estadísticamente se trata del problema más grande con el que se encuentra, seguido, en 2023, por conflictos familiares (38 afectados) y por violencia de género (14). Del resto de problemáticas abordadas destaca especialmente la de ocuparse de personas desorientadas (8), con falta de recursos económicos o intoxicaciones por consumo, problemas de salud mental o víctimas de accidentes o catástrofes (50). «Cuando nos encontramos con violencia filioparental o problemas en los que están involucrados menores interviene también la Policía Nacional y nuestro papel es de mediación, de calmar los niveles de tensión a los que pueda haber llegado la discusión y recopilar toda la información posible para enviar a las personas a los servicios más específicos que les puedan ayudar con sus problemas».

En un escenario general en el que las cifras no suelen variar mucho de un año a otro y oscilan entre las 200 y 250 y donde la casuística es muy similar siempre, estas expertas sí que creen que están repuntando los casos de personas con desorientación, con toda seguridad debido a que la de Burgos es una sociedad envejecida, como el resto de Castilla y León, y, por tanto, cada vez hay más problemas de salud vinculados con la edad. 

Dado el perfil de quienes precisan la ayuda del SUS, el contacto del equipo con los principales recursos sociosanitarios de la capital es estrecho. Así, en el albergue municipal que gestiona Cáritas en la calle San Francisco se tiene reservada una plaza para el servicio de urgencias por si pudiera ser necesitada de forma repentina; también es muy cercana su relación con la Unidad de Gestión de la Diversidad y Viogén, a la que agradecen, según indican, «su total disponibilidad y profesionalidad» y la colaboración que reciben de ella cuando la precisan, igual que la de la casa de acogida San Vicente de Paúl que gestiona la orden religiosa de las Hijas de la Caridad, junto a quienes también trabajan en algunos casos. «También en el hospital nos ponen siempre las cosas fáciles, y se suelen utilizar otros recursos como el centro para mujeres víctimas de violencia de género de Cruz Roja o los centros de menores cuando son necesarios: el Gregorio Santiago para los que tienen más de 12 años y Mensajeros de la Paz para los menores», indican las trabajadoras sociales.

También por las características de sus usuarios se encuentran con casos «duros y sensibles», según los definen, y con personas reincidentes, «sobre todo cuando se trata de gente que sufre problemas de salud mental o que por la edad se desorientan y se pierden».