Los nervios derivados de las primeras veces son complicados de controlar. Más cuando 500 personas tienen la mirada fija en los pasos que uno da. Pero el elenco de actores de menor edad de El Cronicón se toma su trabajo muy enserio y, aunque las inseguridades afloran en algunos casos, han aprendido de los más veteranos el significado de responsabilidad y compromiso. Llevan semanas ensayando bajo las instrucciones de las directoras de la representación, las hermanas Efrosina y Berta Tricio, pero hoy afrontan por primera vez la participación en uno de los eventos culturales más reconocidos de la provincia, en el que hace tres años dejaron de contar con ellos por motivos de seguridad por el covid.
Minutos antes de que el reloj del Cubillo marque las 21.30 horas, los más de 20 niños y niñas que saldrán a escena abandonarán el Centro Cultural Nazaret, transformado en camerino durante estos días, para dar vida a sus personajes en la escena de calle, desaparecida en el año 2020 como consecuencia de la pandemia. Su vuelta supone retomar algo que tanto público atraía desde la primera edición y que varía cada año. En esta ocasión, los más pequeños protagonizarán con un desfile, bailes y unos trajes recién elaborados el momento en el que el Conde Sancho García y la Condesa Urraca Pérez, fundadores del Monasterio San Salvador en el 1011, contraen matrimonio acompañados por la corte, religiosos y personajes que representan a los habitantes de la villa.
El acontecimiento lo narrará en verso, siguiendo la línea de anteriores ediciones, un varón que permanecerá presente durante los diez minutos de duración y una voz en off que se encargará de situar al público en el momento histórico en el que giran los acontecimientos. A continuación, las carreras estarán aseguradas. Los chavales de menor edad correrán para desvestirse y disfrutar de los últimos minutos para jugar en la plaza y los mayores para cambiarse de atuendo porque también salen a escena en el patio de San Íñigo.
Sin duda, será una experiencia que les marcará y que los que durante el resto del año residen en otras localidades contarán a sus amigos en la vuelta al cole. Para Efrosina, trabajar con niños es «especial» y asegura que «queremos darles el protagonismo que merecen porque la cantera hay que cuidarla cada vez más. Ellos son el futuro y me parece fundamental que colaboren y aprendan de los adultos».
Patio de san íñigo. El espectáculo, declarado Fiesta de Interés Turístico Regional, aglutinará desde esta noche hasta el martes 15 en torno a 1.600 personas, alguna menos que cuando se desarrollaba en el marco de la capilla mayor de la iglesia San Salvador y, a día de hoy, quedan entradas disponibles para los cinco días.
El formato actual, con la fachada del espectacular patio de la abadía oniense como telón de fondo, contará de nuevo con incorporaciones de dibujos en la escena del exótico Encuentro en Córdoba, la Muerte del Conde Sancho García y Sancho II y El Cid, con las que se pretende evocar un ambiente diferente. Una atmósfera árabe andalusí, grabados del panteón condal ubicado en la iglesia o imágenes de la bóveda aparecerán plasmadas en la fachada del emplazamiento.
Como novedad, el narrador de la obra ganará protagonismo al mostrarse visible durante todo el espectáculo del interior. «Hasta ahora aparecía y desaparecía según la escena pero en esta ocasión siempre le veremos, además de leyendo, realizando sus labores como monje», aclaran desde la dirección. La puesta de escena de una función que sopla 35 velas también sufrirá ligeras modificaciones con la incorporación de mobiliario.
«Nos hace una ilusión enorme actuar»
Itziar Velasco dudaba si participar o no en la XXXV edición de El Cronicón. «Tengo demasiado sentido del ridículo y no me veía capaz de hacerlo bien», comenta. Su marido Carlos actuó por primera vez el año pasado y para él fue toda una experiencia. El matrimonio, que veranea en Cantabrana, se planteó en otoño formar parte del elenco de actores juntos. A partir de ahí, todo fluyó.
La de Bilbao pretendía interpretar solo un personaje, pero la sorpresa se la llevó cuando desde la dirección le pidieron que representara a una noble en la escena de la calle y a una monja en la representación como tal. Ahora está encantada y sorprendida del «trabajo que genera la obra y lo que hace todo un pueblo», declara. Además, colaborar le ha servido para «empaparse» de la historia de Castilla y entender algunas dudas que surgieron tras ver el espectáculo el pasado año.
El grupo de artistas se ha visto incrementado gracias a la implicación de un número amplio de vecinos y veraneantes de pueblos de la Bureba y Merindades, como Salas, Frías o Espinosa.