La agenda de eventos festivos y culturales en la capital ribereña tenía una importante participación de las peñas de Aranda desde junio, pero esta presencia se ha ampliado de forma paulatina en los últimos años hasta llegar a triplicar los meses en los que se llevan a cabo actividades por parte de las ocho peñas. A los eventos clásicos de los meses estivales, se han ido sumando otros tantos hasta ocupar fechas desde el mes de abril hasta diciembre, la gran mayoría relacionados con la gastronomía, pero también con tintes solidarios, deportivos y culturales.
Esta explosión de actividad se sustenta en la entrada en las peñas de gente joven con ganas de implicarse. «Además de conservar y mantener las bodegas, las peñas también servimos para animar la ciudad, y no queremos hacerlo solo en las fiestas patronales, desde abril siempre hay una charanga los fines de semana en la calle Isilla», reconoce Javier González, presidente de la peña El Alboroto.
Una tendencia que no es de ahora, sino que las peñas han ido incrementando su programa de actividades de forma paulatina en los últimos años, pero ahora se refleja en la agenda pública. «Es algo que va con los tiempos, algunas llevamos años con tres o cuatro citas cada año, pero es cierto que sí que se comunica más, hay más aperturismo, pasando de ser actos sólo para socios a ampliarlos a toda la sociedad», apunta César Guerra, de la directiva de la peña La Amistad.
Tanto se han abierto estas agrupaciones que el abanico de actividades va más allá de comidas y pasacalles. «En las peñas tenemos equipos deportivos, participamos en la San Silvestre, llevamos a cabo actividades de tiempo libre como rutas de senderismo... es una tendencia general de cambiar la imagen de las peñas, antes era solo borrachera y fiesta, y eso ya no es así», defiende Teodoro Martín, que acaba de ceder la presidencia de la peña La Ribera esta misma semana.
Si antes los trajes de los peñistas no empezaban a verse hasta junio, ahora en abril empiezan a salir a la calle para celebrar fiestas del cocido, chuletadas, alubiadas, un San Queremos o la lectura continuada de El Quijote. Apertura de las bodegas iluminadas con velas, un homenaje a la bicicleta, una mariscada y la fiesta de la matanza sirven para concluir el año.
El hecho de que los festejos taurinos no tengan la importancia de hace décadas, también ha propiciado que las peñas se vuelquen en otras actividades. «Sin toros, ahora con más razón nos lanzamos a reivindicar que somos una parte importante de la fiesta y la vida cultural de Aranda», defiende González, que puntualiza que este revivir peñístico también conlleva «un mayor esfuerzo» para las peñas.