El estudio de la evolución humana no solo mira al pasado, también se interroga por el presente y el futuro inmediato de nuestra especie. «Atapuerca no se queda únicamente en lo académico, en saber que había aquí hace un millón y medio de años. Aunque esa es una información muy amplia, con conocimientos muy útiles para la biología y la taxonomía biológica de la especie, para conocer la evolución del oído, la mandíbula, los huesos, etc., ¿para qué nos sirve hoy saber cómo vivían hace un millón de años?», se pregunta Igor Parra, autor junto a Eudald Carbonell del ensayo Teoría de la evolución social humana. A esa pregunta, y a las posibilidades de construir el presente aprendiendo de las enseñanzas que vienen del pasado quiere dar respuesta el ciclo de conferencias Diálogos de especie, organizada por la Fundación Atapuerca por su 25 aniversario.
El ensayo de ambos autores, que es el origen de una nueva disciplina, es también el germen de estas charlas que son «una llamada a la acción» que plantea y analiza las posibilidades de diseñar y planificar de manera colectiva nuestra evolución. «Nos encontramos en un punto de inflexión crítico, explicado por los avances producidos en genética, ciencias experimentales, sociales, de la computación y otras disciplinas y, en consecuencia, por su potencial influencia en nuestra evolución social, tecnológica y biológica», afirma en el prólogo del libro el vicerrector de Investigación la Universidad de Burgos, José Miguel García Pérez.
Sin embargo, la visión de los expertos no es agorera, sino todo lo contrario. Desde su experiencia e investigación ven «más allá del desastre y la destrucción que a menudo dominan los discursos sobre tecnología y cambio climático» y aprovechan el «ingenio colectivo de la humanidad, su capacidad de innovación y su solidaridad para crear un mundo más sostenible y justo», siempre y cuando sepamos hacia dónde dirigirnos.
«Cada invento tecnológico ha tenido posibilidades perversas en su desarrollo -el fuego se utilizó para mandar personas a la hoguera-, pero una visión diacrónica y profunda de 1,2 millones de años de historia nos permite ser relativamente optimistas», detallaba Parra el pasado mes de marzo en la UBU, donde presentó el ensayo.
Si atendemos a la evolución teniendo en cuenta los factores naturales que la acompañan y los avances tecnológicas que la impulsan se puede «dirigir la evolución hacia unos objetivos específicos». Lo explican en esa Teoría de la evolución social humana, de la que en 2025 llegará una segunda parte, Los pilares de la evolución humana, en la que combinan filosofía y ciencia.
De estos aspectos hablan hoy, mañana y pasado en el Espacio Caja Viva de la avenida de la Paz (a las 19 horas) Igor Parra y Eudald Carbonell junto a otros dos reconocidos especialistas chilenos: Jorge Mpodozis, profesor de la Universidad de Chile y coautor de la teoría de la Deriva Natural, desarrollada junto a Humberto Maturana; y Patricio Guzmán Sinkovich, investigador en temas económicos y sociales, conocido por su trabajo en la Economía Discreta como respuesta a la crisis global.