En el despacho del director general de Cotton South hay una caja con pequeñas bolsas transparentes de cierre hermético. Miguel Segura es una persona muy didáctica y, antes de nada, quiere explicar cuál es la materia prima de la compañía que dirige en una carretera comarcal entre Fonelas y Benalúa, en la comarca de Guadix (Granada). Una empresa con clientes en cuatro continentes que factura más de 30 millones de euros al año.
Durante la visita nos muestran varias bolsas que permiten conocer la profundidad y complejidad de todo el proceso. Bolsa 1: flor de algodón. China, India, Brasil, EE. UU., Pakistán, Australia y Turquía son los principales países productores de algodón. Sacan al mercado más de 20 millones de toneladas métricas al año. Bolsa 2: algodón desmotado. Sin cáliz y ramaje, la bola de la fibra mantiene en su interior las semillas. Bolsa 3: fibra larga blanca. Sin semillas, las hebras de algodón se destinan a la industria textil. Bolsa 4: semillas con pelillos adheridos. Con el grano se produce aceite de algodón, base de la alimentación para cientos de millones de personas en Asia, Oriente, África y América. Bolsa 5: linter. Así se llama a ese pelo corto de algodón que está pegado a la semilla. Estas borras del algodón son la materia prima de Cotton South, la única empresa en Europa que fabrica exclusivamente la pasta de celulosa imprescindible para hacer los billetes, el papel de arte y el de los test médicos.
Aclarado entonces. En un pueblecito de la Accitania granadina existe una sociedad limitada formada por 60 empleados –42 de ellos de las familias que sacaron adelante esta aventura cuando eran cooperativa– que produce al año 17.000 toneladas de celulosa con un residuo del algodón, el linter.
Así es como en Guadix fabrican billetes con desechos de algodóToda aventura empresarial tiene un relato histórico. El de Cotton South se inició hace más de cien años, aunque todavía no se recurría a la terminología en inglés para nombrar empresas. A partir de 1919, la familia Fernández Fígares apostó por esta tierra. Y se nota. Todavía quedan los restos de una azucarera y recuerdos de una industria cerámica, harinera, aceitera… Y también una fábrica de producción de celulosa a partir del esparto, una herbácea que brotaba por todos lados. "Esta pasta servía para hacer suelas de zapato. Hablamos de una época donde la electricidad no llegaba a ningún lugar. Esta familia tuvo una visión y aprovechó un salto de agua en Sierra Nevada, a 50 km, para generar la energía de todas estas actividades", comenta Segura.
Los empleados se hacen cargo de la empresa
Nuestra Señora de las Angustias –nombre de la factoría de celulosa– cesó la actividad en 1932 y la continuó 20 años después. En 1970, los costes de la recogida a mano del esparto restaron viabilidad a la industria y es cuando se utiliza por primera vez el algodón, comprado en Sevilla y Córdoba. Luego empezaron a importar materia prima de Turquía, Siria, India, China, Zimbabue, Benin… En los ochenta, la empresa iba hacia la ruina y es cuando los trabajadores –44 en concreto– decidieron quedarse con la empresa en pago por los salarios adeudados. La llamaron Cooperativa de Celulosa del Sur (Celsur). Buscan socios con capital para hacer una inversión en innovación y empieza la internacionalización. "De repente, la compañía progresa y más de la mitad de la producción se destina a una empresa de Reino Unido que utiliza la celulosa con linter de algodón para hacer el papel moneda. Y no solo el suyo, sino los billetes de otros muchos países donde no hay una fábrica de moneda y timbre", explica el director general. Un dato sobre el potencial de la empresa: en 2024 han importado el 30 % de la producción total de linter de algodón de Brasil.
Hoy, los principales clientes de sus planchas y bobinas de celulosa están en Italia, Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda, Brasil, EE. UU., Japón, Austria, Polonia… "Con nuestra celulosa se hace mucho papel moneda pero también papeles de arte con tanta tradición como la italiana Fedrigoni, con más de 120 años de historia, y Arches, una empresa francesa con 500 años de historia, así como Canson, también gala, que fabricó el papel con el que los hermanos Montgomery construyó el primer globo aeroestático", añade. Como no puede competir en tamaño con las grandes empresas chinas y estadounidenses, Cotton South ha decidido especializarse y personalizar sus productos a las necesidades del cliente.
Así es como en Guadix fabrican billetes con desechos de algodóCuando el linter de algodón llega a la planta de Fonelas en paquetes de 200 kilos, se almacena al aire libre –es un material hidrófobo–. Es como una gran masa grisácea algodonosa y prensada. Después se limpia de todo tipo de impurezas (polvo orgánico e inorgánico, trozos de semilla…) y comienza un tratamiento de cocción con sosa y agua para separar la celulosa. Se forma una suspensión de celulosa y otras sustancias en un medio acuoso de la que la celulosa es separada por filtración. Y luego hay que blanquearlo mediante un tratamiento químico porque el producto final son láminas de color blanco. Para finalizar, hacen un trabajo de refino con la longitud y entrelazado de la fibra para darle la resistencia adecuada. Esa celulosa resultante se envía en planchas o bobinas. El cliente final introducirá ese material en agua para desintegrarlo y convertirlo en papel.
Paso a paso hacia una biofábrica
"En todo este proceso buscamos la manera de convertirnos en una biofábrica. El sistema mecánico de limpieza nos permite utilizar todo lo que no es celulosa como biomasa, que complementamos con biomasa local. Tras la cocción se obtiene la celulosa y todo lo que no es celulosa: la lejía negra. Y nuestro objetivo ahora es convertir esa lejía en dos productos nuevos, en dos materiales a partir de su cristalización, uno que sirva como base para catalizadores de dióxido de titanio y otro que se pueda usar en la fabricación del hormigón", asegura Miguel Ángel Martínez Guirado, ingeniero químico y director de fábrica.
"Estamos buscando la circularidad en todo. Para empezar, nuestra materia prima ya es un deshecho del algodón, un residuo que reutilizamos. Ahora, con ayuda de las universidades de Córdoba y Granada y de centros de investigación del País Vasco, nuestro objetivo es hacer sostenibles todos los procesos y para ello es fundamental apostar por la innovación continua", añade.
Así es como en Guadix fabrican billetes con desechos de algodóPrecisamente del País Vasco proviene Luis María García Garijo, director comercial y jefe de ventas de Cotton South. "Había estudiado ingeniería técnica del papel en la Escuela de Tolosa, en Guipúzcoa, que era la única escuela en esa época donde se podían reclutar técnicos para la industria del papel en España y aquí estoy". Fue a mediados de los 90 y en estos treinta años, este guipuzcoano ha estado presente en la evolución de una empresa única en Europa, "es verdad que hay otras industrias que fabrican celulosa a partir de fibras no madereras, como el bambú o el sisal, para fabricar papel, pero Cotton South comercializa una pasta muy específica y técnica para papeles especiales. Además, nuestro valor añadido es que la fabricamos a medida, personalizando el producto dependiendo de las necesidades de cada cliente".
El hecho de ser una empresa única también es un desafío a la hora de encontrar bienes de equipo para extraer celulosa. "La falta de disponibilidad y el secretismo en un sector pequeño y disperso nos obliga a crear nuestros propios equipos, a colaborar para desarrollar tecnología", afirma Miguel Segura.
El futuro también en el sector químico
A pesar de los retos, el director general vislumbra un futuro interesante produciendo celulosa también para la industria química. "En este sector –apostilla Segura– nuestra presencia es insignificante aunque el 60 % de la celulosa del linter de algodón que se produce en el mundo se destina a la industria química". Se emplea para elaborar explosivos, celuloide, propulsores para cohetes, como base para pinturas, tintas o barnices, "y también tiene otras aplicaciones en la fabricación de pantallas táctiles o aditivos para la industria alimentaria y farmacéutica", añade.
Así es como en Guadix fabrican billetes con desechos de algodóEl hecho de trabajar con proveedores internacionales, a los que compran la materia prima previo pago, y de vender en mercados desarrollados, unido a las características propias de una sociedad limitada donde están presentes en la toma de decisiones los trabajadores que en su día crearon la cooperativa, y sus descendientes, implica la necesidad de un apoyo financiero estable y duradero. "Para Cotton South, las entidades bancarias son más que necesarias para seguir avanzando. Son proveedores fundamentales y nunca nos han dejado tirados, ni cuando en 2017, uno de los mayores clientes, dedicado a fabricar papel moneda, vio cómo los contratos que iba a cerrar con India, de un importe considerable, se suspendieron".
El director financiero de la empresa granadina forma parte de esa segunda generación de los socios que crearon la cooperativa Celsur. El padre de Antonio Zamora trabajó en el taller mecánico de la fábrica hasta su jubilación. "En ese momento me cedió la plaza a mí. Siempre hemos vivido de la fábrica, era el único sueldo que entraba en casa". Su familia no era una excepción. En esa zona muchas personas han vivido de la actividad industrial. "Cotton South ha influido en el desarrollo de la economía local con un efecto tractor de otras actividades. Además de los 60 empleos directos, otras 100 personas de la comarca trabajan de forma indirecta. Hoy, nos conocen en todo el mundo, desde aquí, desde Fonelas, desde Benalúa", concluye Zamora.