Tres décadas de olvido y abandono a la maleza

I.M.L. / Aranda
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El trazado del antiguo ferrocarril Valladolid-Ariza sufre el deterioro provocado por la falta de iniciativas para su puesta en valor, al caer en saco roto proyectos como la creación de una vía verde de 30 kilómetros en su discurrir por la comarca

En el recorrido de la Valladolid-Ariza por la comarca se pueden ver múltiples elementos ferroviarios oxidados, como esta palanca cambia vías. - Foto: Alberto Rodrigo

Casi 90 años de actividad, conectando la cuenca del Duero de una punta a otra, y 30 años de olvido y abandono para que lo invada la vegetación salvaje. Se cumplen ahora tres décadas del cierre definitivo de la línea de ferrocarril Valladolid-Ariza, que vertebró la Ribera del Duero burgalesa propiciando su desarrollo, antes incluso de que las carreteras fuesen la vía de transporte principal, pero la falta de iniciativas para ponerla en valor ha derivado en un rosario de edificaciones abandonadas, muchas en ruina peligrosa, y vegetación que ha tomado el lugar que antes ocupaba el camino de hierro, que aún se mantiene intacto pero oxidado.

Un recorrido que podría ser un aliciente para el turismo de naturaleza, sostenible y enológico, se ha tornado en una sucesión de estampas de abandono. Las iniciativas que han surgido en los últimos años se han quedado en nada. Sólo en la zona vallisoletana se ha logrado poner en servicio poco más de kilómetro y medio de vía verde por donde antes circulaban trenes, mientras que en Fresnillo de las Dueñas, los vecinos cuentan con un tramo similar convertido en un paseo peatonal. «Pedimos permiso para limpiar y adecentar con zahorra el tramo urbano de la vía férrea, de forma que se pueda revertir sin problema, pero al menos lo tenemos libre de maleza y evitamos que quede abandonado como estaba», explica el alcalde de la localidad ribereña, Gustavo García, que asegura que «es un paseo más que tenemos aquí y los vecinos lo usan mucho».

Un proyecto con más entidad barajó el Ayuntamiento de San Martín de Rubiales. Con el objetivo de reflotar esta infraestructura convirtiéndola en vía verde, la idea inicial contemplaba un tramo de 30 kilómetros. «Sería comenzar en Peñafiel y acabar en Castrillo de la Vega, en un principio esa es la idea, pasando por Bocos del Duero, Roa y Berlangas de Roa», recuerda Juan Cruz Velasco, exalcalde de San Martín de Rubiales. Los inconvenientes para sacar adelante este proyecto, que supondría una inversión estimada de un millón de euros, llegaron tras los primeros contactos. Por distintos motivos, algunas bodegas de la DO, localidades de la zona peñafielense y el propio Ministerio de Turismo pusieron pegas a esta idea.

El reloj muestra lo que fue la estación de San Martín de Rubiales.El reloj muestra lo que fue la estación de San Martín de Rubiales. - Foto: Alberto Rodrigo

El propio Ministerio era el primero en expresar un obstáculo al proyecto de vía verde. «Lo que nos dijeron es que la línea férrea corre más o menos paralela al sendero de gran recorrido GR-14 y que, habiendo eso, la vía verde no tendría mucho sentido», reconocía en su día el que fue alcalde de San Martín de Rubiales. A ello se sumó que los municipios vallisoletanos no había descartado usar la vía para un tren turístico, «y las dos cosas no se pueden hacer», lamentaba Juan Cruz Velasco. Por todas esas trabas y falta de apoyos, el Ayuntamiento de San Martín de Rubiales dejó el proyecto en un cajón, y la nueva corporación municipal ni lo ha retomado ni piensa hacerlo, por el momento.

La infraestructura de esta vía en el territorio de esta localidad está casi intacto. La estación se encuentra en buen estado, con elementos que se conservan como un gran reloj de pared o las cortinas en algunas de las ventanas del piso superior, pero las vías están desapareciendo comidas por la maleza. 

Ruina y bosque en las vías. Siguiendo el discurrir del camino de hierro, se llega hasta La Cueva de Roa, donde parece que el tiempo se ha detenido y, en cualquier momento, podría volver a pasar un convoy ferroviario. Junto a las vías pasa Máximo Cabornero, un vecino que, a sus 88 años, recuerda perfectamente cuando pasaban los trenes. «En época de cosecha, llevaban la remolacha por aquí hasta Peñafiel o hasta Aranda», rememora con nostalgia incluso el paso del Talgo y del Omnibus que «iba al paso que iba, pero nos llevaba de un lado a otro». Máximo presume orgulloso de que las vías no hayan desaparecido, achacando esa conservación del patrimonio industrial en la propia vigilancia de los vecinos. «Estamos al tanto y, como veamos a alguien merodeando, le decimos que vamos a llamar a la Guardia Civil», relata el actuar de los que residen en La Cueva de Roa para defender el recuerdo material de la Valladolid-Ariza.

Faroles ferroviarios en la estación de San Martín de Rubiales.Faroles ferroviarios en la estación de San Martín de Rubiales. - Foto: Alberto Rodrigo

Aunque las vías están en su sitio, ese nivel de conservación no se replica en lo que fue la estación de Roa. «Llegó a ser un barrio, había hasta cantina y vivía gente, tenía mucha afluencia de viajeros que iban y venían, pero ahora está vandalizada y en ruina», lamenta el alcalde raudense, David Colinas. En torno al edificio sin puertas ni ventanas, lleno de basura y con el tejado en vías de desaparecer, algunas empresas están utilizando otras dependencias de la estación, al igual que una caseta de guardavías que está habitada, pero los raíles es difícil intuirlos entre la vegetación. 

Colinas reconoce que «hubo una iniciativa» para reconvertir estos vestigios ferroviarios en una vía verde. «Siempre hemos estado dispuestos, pero se ha quedado parado», lamenta el alcalde de Roa, que pone el foco en la escasa disponibilidad de dinero público en estos municipios. «Al final, el problema son los fondos y quien lo tiene que hacer son las administraciones centrales, porque esa línea es del Estado, pero nos lo dejan para que lo hagamos los pueblos cada uno el tramo que pasa por su pueblo y no podemos», deja claro.

En la capital ribereña, las infraestructuras que se crearon en torno a esta línea centenaria acogen un museo del ferrocarril en lo que fue la antigua estación Chelva, con fondos de la Asociación de Amigos del Tren. Pese a la cesión de todos los elementos que recuerdan la vida ferroviaria de esta instalación, y los esfuerzos para conseguir algunas piezas icónicas como una cabeza de AVE ya en desuso, el museo lleva cerrado más de tres años y medio por un problema con la reparación de una maqueta.