La rehabilitación de edificios y la regeneración urbana es una labor constante que nunca tendrá fin, aunque no siempre resulta sencillo avanzar en la mejora de los inmuebles y en ocasiones pasa factura el simple paso del tiempo o la falta de mantenimiento acusada durante años. Esta circunstancia se hace más palpable en lugares muy transitados, turísticos o históricos, así como en puntos singulares de la ciudad. Sin embargo, ninguna zona está libre de que alguna estructura necesite una buena mano de pintura.
Hace 10 años, la Federación de Empresarios de Comercio encargó un Catálogo de Intervenciones Prioritarias en el Espacio Público. Este estudio se centró en el radio que debía ser declarado Patrimonio de la Humanidad como zona de amortiguamiento de la Catedral y presentó 41 intervenciones necesarias en el entorno histórico.
Posteriormente se desarrollaron 13 actuaciones y en los últimos tiempos se han desbloqueado algunos casos más destacados. El edificio Campo comenzó hace unas semanas a realizar mejoras en su interior después de que los Bomberos tuvieran que intervenir cuatro veces en menos de medio año por los desprendimientos registrados, sobre todo en los días de viento.
Este paso, completado después de varios requerimientos del Ayuntamiento, se realiza a la espera de que la cercana modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) aún en tramitación sirva para devolver la actividad a un edificio emblemático que lleva décadas en desuso.
Más pronto llegará la solución para los números 2 y 5 de la plaza Alonso Martínez, ya que una vez resuelta toda la tramitación previa está previsto que los trabajos comiencen en las próximas semanas. Mientras tanto, el número 6 de Almirante Bonifaz también está cerca de iniciar su profunda rehabilitación. Todavía hay que concretar si en el futuro tendrá un uso terciario o si los promotores apostarán por una fórmula mixta que también dé protagonismo a la construcción de nuevas viviendas.
Las buenas noticias también se extienden a Plaza Vega tras la expropiación de la mitad del solar que preside la esquina con la calle Valladolid. Aún queda un largo camino por recorrer, pero después de ocho años de infructuosas tramitaciones y bloqueos este movimiento supone un buen punto de partida para ver la situación a muy largo plazo con otros ojos.
El entorno del centro histórico se adapta a la situación según las circunstancias de cada inmueble. Las calles San Juan y San Gil muestran el ejemplo del lavado de cara realizado en los últimos años, aunque algunas fincas todavía esperan su momento para recuperar el esplendor perdido.
Lo mismo ocurre en otras zonas como San Pablo, Santa Clara, El Progreso o La Calera. Algunos edificios acumulan décadas sin solución mientras otros poco a poco presentan un nuevo 'rostro'.
Lo de Cardenal Segura es otra cuestión. El caso del número 21 acumula requerimientos y multas sin que se registren movimientos de rehabilitación, mientras que el 4 aguarda su restauración y el 11 también pide soluciones.
En otros puntos de la ciudad, el Ayuntamiento ha tomado la iniciativa para reactivar la mejora de los inmuebles. Eso ocurre en el Pueblo Antiguo de Gamonal, donde la administración local se implicará en la adquisición de una buena parte del suelo -un tercio en la primera fase- con la intención de promover allí la construcción de bloques de pisos de alquiler social joven.
Más difícil lo tienen otros inmuebles varados. La ciudad cuenta con más de una docena de edificios públicos vacíos que pertenecen al Ayuntamiento -el 2 de la plaza del Rey San Fernando albergará servicios municipales-, a la Junta de Castilla y León -el silo, por ejemplo-, al Estado, a la Universidad o a la Diputación y que acumulan años sin uso. Otros, como el Peña Amaya, deciden su futuro y su propiedad en los juzgados más de 20 años después de cerrar las puertas.
Entre los inmuebles de titularidad privada más emblemáticos que esperan una salida es el de la antigua Subdelegación del Gobierno, situado entre la calle Vitoria y Toledo, que lleva nueve años sin uso y adolece de falta de conservación. Hoy presenta una red protectora en la parte superior para evitar que caigan desprendimientos a la vía pública y no se sabe cuáles son los planes de los propietarios, la empresa madrileña Brunch Arquitectura y Gestión Inmobiliaria.
Estos son algunos casos conocidos, pero son muchos los ejemplos de inmuebles repartidos por la ciudad que acusan la falta de mantenimiento. Por este motivo, el área de Licencias del Ayuntamiento de Burgos se comprometió a intensificar el control de los edificios ruinosos para evitar su okupación y garantizar la seguridad de los ciudadanos.
El mencionado Peña Amaya entra en esta relación completada por otros ejemplos ya clásicos como las antiguas fábricas Mifer en la carretera de Arcos o Lejías El Cid en la calle Los Colonia. El pasado año se valló el edificio ubicado en el número 65 de Francisco Salinas o en otro inmueble de la calle Hospital Militar. La regeneración urbana tiene su ritmo desigual mientras que la vida de la ciudad sigue su curso.