Llegó el 24 de agosto a su localidad natal, Belorado, en la víspera de las Fiestas de San Vitores, después de estar casi 40 días en la otra punta del mundo: Australia y Nueva Zelanda. Con la resaca de haber cumplido uno de los sueños de todo periodista deportivo como es cubrir un Mundial de Fútbol. Informar y vivir la primera final femenina. Y, encima, ganarla. El 'jet lag' de casi le juega la mala pasada de dormirse tras el Chupinazo, pero el orgullo de sus paisanos beliforanos y de él mismo no le dejaron. Y Roberto Quintana continuó de celebración.
«Una locura», así calificó el hecho histórico de conquistar la Copa del Mundo por la selección española y por haber estado allí, a pie de campo. Imborrable imagen ante 75.000 personas en el estadio de Sídney «escuchar el himno, con todos de pie y en silencio… lo recordaré toda toda mi vida» sentencia.
Confiaba plenamente en obtener la victoria en la final ante Inglaterra. No tenía dudas, pero no solo él, también los 150 periodistas que abarrotaron la rueda de prensa previa. «Las inglesas no le daban importancia al partido. Como que iban a ganar fácil. Incluso menospreciando un poco al rival. Iban sobradas. Por España salió a hablar Irene Paredes, con el discurso que ella tiene, que es una futbolista y una mujer de los pies a la cabeza. Se me puso la piel de gallina. Me acuerdo de la que ahora es la seleccionadora, Montse Tomé, a un metro de mí, casi llorando porque se veía identificada. Ella había sido una niña que se había sentido desubicada durante toda su vida dedicándose al fútbol y estaba en la final del Mundial con todo el mundo mirando. Ahí ya vimos que iban a ganar», rememora emocionado.
La clarividencia no fue tal durante el camino hasta la final, además con un precedente y un ambiente un tanto atípico por el famoso 'motín de las 15' al seleccionador, ahora 'ex', Jorge Vilda, pero los pasos fueron firme.
Quintana hizo cábalas y enseguida vio ciertas similitudes con la Roja de aquel Mundial de Sudáfrica 2010. Como si el destino desplegara su magia y todo estuviera predeterminado. «El subidón de ganar los dos primeros partidos y el palo sufrido contra Japón. Todos pasan como primeros y España, segunda. Nunca se habían superado los octavos. Suiza, el rival, muy similar a Japón, encerrado sin salir a la contra. Ahí es donde Aitana Bonmatí dijo hasta aquí hemos llegado y llevó la manija del equipo».
Superado el encuentro, llegó el turno de una de las favoritas: Países Bajos. «Ese encuentro lo tengo clavado, porque en lugar de estar en el pitch (césped) por problemas técnicos lo tuvimos que hacer desde la grada. Vi el partido y me puse nerviosísimo. Gol en la prórroga y fisios, familiares, cuerpo técnico salimos a las escaleras del vomitorio y al correr a celebrarlo me di un golpe en la cara contra un fisio. Luego salí en las entrevistas con los labios y la cara hinchados».
Otro peldaño más. Y semifinales. Suecia. «La mejor selección a balón parado. Y llega Olga Carmona, de córner y como capitana como ya lo hiciera Puyol ante Alemania en Sudáfrica», bromea.
Y llega el gran salto hacia la gloria. Además, con unas invitadas especiales de la Familia Real, la Reina Doña Letizia y la Infanta Sofía. Otro momento de los que hicieron historia. Y allí, Quintana, con el micro en mano sacando las primeras declaraciones ante las cámaras de la hija pequeña de los Monarcas. «Me sorprendió el protocolo de seguridad. Tuve que hablar con los responsables de FIFA. Y claro, todo ello con el rigor del tiempo de la escaleta. Mi duda era cómo dirigirme. Ya me dicen que su Majestad la Reina Letizia y su Alteza Real la Infanta Sofía. Todo lo encorsetado que tiene el protocolo y la seguridad se diluyó cuando llegó la Reina y dijo: «Hola, ¿qué tal estáis?». Fue tan normal que sueltas los nervios. Doña Letizia tiene un don de palabra y fue una alegría que la Infanta quisiera hablar en público por primera vez. Otra bonita experiencia», destaca.
Y ya el culmen. «Otra vez la capitana, una lateral la que marca... fue apoteósico. Además, Jenni falla un penalti para darle más emoción. Añaden no sé cuántos minutos porque se me hizo eterno. Estaba en mi posición de pitch junto al comentarista de la televisión australiana. No recuerdo ni qué hablamos. Mil milongas mías. Terminó el partido y ni me despedí. Tiré los cascos, empecé a correr por el césped. Di un abrazo gigante a Olga Carmona, a Jenni, nos abrazamos todos, recuerdo que llegó Aitana a la entrevista y me dijo que estaba peor yo que ellas», suspira, mientras asegura que hace poco vio un vídeo en la gala de la Liga F y «me vienen tantas cosas a la cabeza… Es brutal».
El después. Tras el esfuerzo, la alegría, la extenuación, la fiesta, el orgullo, las lágrimas de emoción, los abrazos, las declaraciones, las risas, los premios a Aitana Bonmatí y Salma Paralluelo… dos hechos ensombrecen la extraordinaria conquista: el fallecimiento del padre de la autora de los goles más importantes del campeonato y el beso no consentido del presidente de la RFEF a Jenni Hermoso. «El beso no lo vi. Y me enteré muy tarde, sobre las 4,00 de la madrugada en Australia cuando la selección iba al aeropuerto de vuelta a España», advierte. Luego llegan las destituciones, las sustituciones, las imputaciones, las mejoras,… y toca pasar página y rehacerse para la UEFA Women's Nations League.
«La convocatoria se hace en unas circunstancias excepcionales. Se viaja y en Suecia, la selección española hace uno de los mejores partidos de su vida. Partidazo descomunal. España juega bien y el ambiente empieza a mejorar. Vuelve Jenni y es una alegría que se pueda hablar ya un poco más de fútbol y se vea la luz al final del túnel. Ojalá lleguemos a la Final Four», afirma Quintana, encantado de seguir informando en RTVE sobre esta selección que ya tiene una estrella y que seguirá luchando por más en el firmamento futbolístico.