«Si hay un escalón puedes poner una rampa, pero lo más importante es que la gente normalice y que sepa cómo tratar a alguien con discapacidad o cómo te puede ayudar si lo necesitas». Con estas palabras explica el deportista Daniel Rodríguez, en silla de ruedas desde hace veinte años, por qué motivo decidió dar un matiz solidario a su participación en el desafío al que se suman miles de ciclistas de todo el mundo en Navidad: la Festive 500, que consiste en recorrer 500 kilómetros en bicicleta entre Nochebuena y Nochevieja. Por dónde se quiera y cómo se quiera. Él empezó ayer en Olmillos de Sasamón, solo, con temperaturas bajo cero, pero con la fuerza que da la convicción: «Cuando se ve a alguien con discapacidad donde no se le espera, impacta más. Y es el objetivo: visibilizar y normalizar».
El nombre de Daniel Rodríguez Martín no será del todo ajeno para los aficionados al baloncesto y, más en concreto, a la modalidad en silla de ruedas. Este vallisoletano, que vive entre su ciudad natal y Burgos, tuvo un accidente de moto en enero del 2003 que lo llevó al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. «Siempre he hecho deporte y allí, ingresado, empecé con el baloncesto», cuenta Rodríguez, matizando que «me dieron el alta en septiembre y ese mismo mes me fichó un equipo de Valladolid».
Así empezó una prolija carrera profesional, cuya cumbre alcanzó en 2012, cuando participó en los Juegos Paraolímpicos de Londres. «Los partidos se televisaron y la vuelta fue un shock enorme, porque todo el mundo nos veía como lo que éramos: deportistas profesionales. La gente se volcó. El problema fue que cuando te ven en silla de ruedas en el baloncesto o en la handbike [bicicleta propulsada con las manos] te colocan demasiado alto: que si un héroe, que sí es increíble... Pero luego vas en tu silla de calle y aunque eres la misma persona, se olvidan del héroe y de lo increíble y de que una persona con discapacidad no necesita ayuda ni observación constantes. Necesitamos que la gente se comporte como con cualquier otra persona».
Así, tanto en sus largos años de profesional del baloncesto como cuando lo dejó y se volcó en el ciclismo, ha tratado de colaborar en actividades para visibilizar las capacidades diversas, pero es la primera vez que lo hace por su cuenta, en un reto individual como la Festive 500. Y optó por la fundación burgalesa Luctari, vinculada a Servigest, porque «me gustaba; sobre todo, por el trabajo de concienciación que hacen en colegios». Así, quienes quieran colaborar, pueden colaborar con 1 euro por cada kilómetro recorrido o aportando una cantidad voluntaria. «Las empresas contactan con Luctari y aportan directamente el dinero a la fundación», explicó Rodríguez, quien confiaba en hacer ayer entre 150 y 170 kilómetros. Y el resto, los distribuirá entre hoy y mañana para llegar a los 500 kilómetros. «Elegí hacerlo en nuestra Tierra de Campos, porque aunque es más fría, también más llana. Es un paisaje que me gusta. Da sensación de tranquilidad», concluyó.