Las matanzas domiciliarias caen en picado a sólo 69 en Ribera

L.N. / Aranda
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En los dos últimos años esta práctica ha registrado otro descenso del 24%. En el resto de la provincia, la campaña 2022-23 acabó con 364 cerdos analizados frente a los 312 de la anterior

Las matanzas domiciliarias caen en picado a sólo 69 en Ribera - Foto: L.N.

Las matanzas domiciliarias de cerdos van a menos año tras año. Las estadísticas reflejan que de los 5.533 animales que se sacrificaron en los pueblos de toda la provincia de Burgos en el 2000 se ha pasado a 364 en la campaña 2022-2023. Es decir, una caída del 93% en poco más de dos décadas. La Ribera del Duero tampoco se libra de esta tendencia y durante el segundo semestre de 2022 y el primero de 2023 apenas se han llevado a cabo 69 matanzas en toda la comarca.

Esta cifra supone un descenso de un 24% en comparación con los dos últimos años. Según los datos facilitados por el Servicio Territorial de Sanidad de la Junta de Castilla y León, la campaña 2020-2021 acabó con 91 cerdos analizados en la Ribera del Duero. Después, en la 2021-2022, se experimentó un ligero repunte hasta las 94 matanzas domiciliarias. Pero ahora, esta práctica ha vuelto a bajar y se sitúa en su mínimo histórico con 69.

De hecho, en municipios como Valdeande, la familia Abejón Sancha es la única que a a día de hoy resiste y mantiene viva esta tradición. Juan Abel, uno de sus hijos, cuenta que suelen sacrificar dos cerdos: uno antes de Navidad y otro después de las fiestas. "Mientras el cuerpo aguante, seguiremos haciéndolo", asegura, al tiempo que detalla que en su casa la matanza sale adelante gracias a la implicación de sus padres, que se ocupan de alimentar a los animales y los engordan desde pequeños con patatas, berzas y calabazas del huerto, así como de sus hermanos.

Eso sí, Abejón admite que los trámites para llevar a cabo esta práctica "cada vez son más rigurosos" en cuanto a las condiciones que han de cumplir los corrales o al transporte de los cerdos, lo que implica "hacer mucho papeleo". A ello se suma el trabajo que conlleva la propia matanza del cerdo, una tarea que define como "muy laboriosa" y que conlleva "mucho tiempo" tanto el día en el que se sacrifica el cerdo como en las semanas y meses posteriores. Y es que a las morcillas que se elaboran los primeros días, se suma la preparación y curado de picadillo, chorizos, jamón, botagueñas y lomo, por lo que la carga de trabajo resulta considerable. "La gente se hace mayor y cada vez les cuesta más, así que si los jóvenes no seguimos, esto se puede perder", agrega.

Y eso es, precisamente, lo que reflejan los datos. El número de matanzas domiciliarias ha caído a un ritmo vertiginoso en toda la provincia de Burgos. De los 5.533 sacrificios del año 2000 se pasó a 1.861 nueve años después. En la campaña 2016-2017, se analizaron 1.137 cerdos; 623 en la campaña 2017-2018; 549 en la 2018-2019; 445 en la campaña 2019-2020; 305 en la 2020-2021; 312 en la 2021-2022 y los citados 364 en la 2022-2023.

También mantienen viva esta costumbre en la peña arandina de La Amistad, cuyos integrantes celebran la fiesta de la matanza cada mes de diciembre. Su presidente, César Guerra, destaca que su intención es continuar con "la tradición como la aprendimos de nuestros abuelos". Eso sí, las condiciones han cambiado y ahora llevan el animal ya sacrificado a la plaza del Trigo, en pleno centro de la capital ribereña. También quieren que "sirva de aprendizaje" y que "niños y no tan niños sepamos de dónde viene lo que comemos".