Carlos Briones Llorente

Entre ciencias y letras

Carlos Briones Llorente


Salinas, genes y hospitales

07/01/2024

Espero que hayan pasado unas fiestas muy felices, y que este nuevo año comience sin contratiempos. Puede que ayer recibieran muchos regalos, pero seguramente ni en el sorteo de Navidad ni en el del Niño les habrá tocado la lotería, ese «impuesto que grava a las personas que no saben matemáticas» según lo definió con ironía el investigador estadounidense Roger Jones. Pero seguimos jugando por si acaso… y, tras la emoción de comprobar nuestros números uno a uno, volvemos a decir y escuchar que «la salud es lo importante». 

Y así es. Por ello, hoy vamos a hablar sobre la salud. En concreto, sobre el que muchos consideramos el mayor hito de la biomedicina durante 2023: otra aplicación que partió de la investigación básica. Viajemos con la imaginación al comienzo de la década de 1990, y a un lugar familiar para los burgaleses que pasan sus vacaciones de verano en la Costa Blanca: las salinas de Santa Pola, en Alicante. Allí, un joven microbiólogo nacido en Elche, mi amigo Francis Mojica, estudiaba los microorganismos halófilos (etimológicamente, 'amantes de la sal') que viven en esos entornos extremos. Analizando el genoma de uno de ellos, la arquea llamada Haloferax mediterranei, descubrió que contenía una serie de secuencias de ADN repetidas, separadas por otras no relacionadas con ellas. 

Durante los años siguientes profundizó sobre este hallazgo, y decidió llamar a dichas secuencias 'repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas' (en inglés Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, CRISPR). En 2003, él y otros investigadores averiguaron que se trataba de un tipo de sistema inmune muy primitivo, que a ciertas bacterias y arqueas les permitía evitar la infección por los virus llamados bacteriófagos.

Dando un salto hasta 2012, una colaboración entre las bioquímicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier les permitió describir que el sistema CRISPR podía ser utilizado in vitro para modificar o 'editar' nucleótidos concretos de cualquier gen de interés, empleando la enzima llamada Cas9 para inducir el corte en el lugar deseado del ADN. Así, con el sistema CRISPR/Cas se podía corregir una mutación que fuera responsable de producir una enfermedad, abriendo la puerta a terapias génicas personalizadas. Otros investigadores realizaron aportaciones fundamentales a esta metodología, y dadas sus potenciales aplicaciones comenzó una intensa guerra de patentes dentro y fuera de Estados Unidos.

En el año 2020, el Premio Nobel de Química fue otorgado a Doudna y Charpentier «por el descubrimiento de un método de edición genética». Muchos pensamos que Francis merecía haberlo compartido con ellas. Pero, como ya ocurrió con el caso de la PCR (del que hablamos en esta misma sección en noviembre de 2022), el Nobel suele premiar las aplicaciones, y no la ciencia básica en la que se sustentan.

Hasta muy recientemente los avances en edición por CRISPR/Cas se habían producido sólo en cultivos celulares y en animales de experimentación. Pero el 16 de noviembre de 2023 dieron su esperado salto a la clínica, cuando la agencia reguladora de los fármacos y tratamientos en Reino Unido (MHRA) aprobó la primera terapia basada en esta tecnología, llamada Casgevy. Poco después sería aprobada también por las agencias norteamericana (FDA) y europea (EMA). Casgevy ha demostrado efectividad en el tratamiento de dos enfermedades 'raras' o de baja prevalencia en la población, ambas producidas por alteraciones en la hemoglobina y muy graves: la anemia falciforme (que afecta a menos de una de cada 5.000 personas) y la beta talasemia (presente en una de cada 100.000). Para ello se extraen células madre de la sangre de los pacientes, se edita su gen de la beta-globina con herramientas CRISPR/Cas y se les reinyectan.

El problema está en el desorbitado precio de esta terapia: entre 2 y 3 millones de dólares por paciente. Esto es inasumible para cualquier sistema de salud, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los afectados por ambas enfermedades viven en África. La bioética indica que todo enfermo debería tener acceso a un tratamiento que esté disponible: por el momento, en este caso lamentablemente no es así. 

Pero la edición genética con CRISPR/Cas será pronto aplicada a otras enfermedades de mayor prevalencia, y es esperable que la generalización de su uso redunde en una importante disminución de su precio. A día de hoy, lo destacable es que exactamente 30 años después del primer artículo de Francis sobre su descubrimiento de microbiología básica, en las salinas de Santa Pola, una tecnología derivada de él ya ha llegado a los hospitales. La salud es lo importante.