A resguardo de un pinar y de una orografía de taludes que le viene como anillo al dedo, el Campo de Tiro El Cerro, ubicado a las afueras de la capital, junto al polígono de Los Brezos y al pie de la carretera de Valladolid, está resurgiendo de la mano de la nueva directiva de la delegación burgalesa de la Federación de Tiro Olímpico, que está dando impulso a unas instalaciones que, aunque vetustas (datan de los años 70), son privilegiadas para una práctica que, en la provincia, tiene nada menos que 500 personas federadas. Su delegado, Agustín Ibeas, recuerda que la selección olímpica española escogió el campo burgalés para la preparación de los deportistas que compitieron en Atlanta 96 como ejemplo de la condición privilegiada de sus terrenos.
Cuenta con distintas salas para modalidades diferentes: una de precisión con blancos a 25 o a 50 metros que cuenta con 27 puestos; otras que cuenta con un foso a través del cual sin necesidad de salir puede cambiarse las dianas (ahí se tira con pistola, con revólver y con fusil); y hay una tercera sala dedicada al tiro con aire comprimido. Esta mañana (el reportaje se realizó el viernes anterior) están practicando una leyenda y una promesa. La leyenda se llama Antonio Macho, ganador de una veintena de torneos nacionales e internacionales, uno de los veteranos más laureados en tiro olímpico; la promesa responde al nombre de Lucía Fernández, aún no ha cumplido los 16 años y ya ha cosechado grandes éxitos. Para ambos, la concentración y la respiración son las claves de este deporte.
El Campo de Tiro El Cerro acoge cursos con los que se pueden obtener las licencias, explica Ibeas. Entre los proyectos de la actual delegación (que ya ha mejorado cuestiones como la iluminación y la calefacción en distintas zonas del recinto), destaca adecuar otra de las salas para recorridos de tiro con pistolas de airsoft «que es algo que está muy de moda». Con el dinero de las cuotas y alguna subvención municipal, se van a invertir algo más de 20.000 euros en este espacio, que relanzará aún más el campo de tiro burgalés. «Estamos a la espera de los permisos municipales y de la intervención de armas central. Llevamos algo más de un año con este proyecto y estamos muy ilusionados», apunta el delegado de la federación en Burgos, que es, además, un gran tirador.
No existe un perfil tipo del tirador federado: los hay de todas las edades (desde los 14 hasta pasados los 80) y aunque son mayoritariamente varones, cada vez se están incorporando más mujeres. Agustín Ibeas desmonta cualquier tipo de connotación negativa que pueda generar el hecho de que haya gente a la que le guste disparar un arma. «Es un deporte y una pasión. Nos estimula el ejercicio de la puntería. El tiro olímpico implica concentración, equilibrio, control de la respiración, de la posición. No se trata de abatir un objetivo grande, sino de darle a uno pequeño, al centro de una diana. La clave es la serenidad, adquirir un estado concreto para que en el momento en que ejecutes el disparo sea lo único que tengas en la cabeza. El tiro relaja. Tienes que dejar de lado todo pensamiento, los problemas, todo. Es pura coordinación: es apuntar, equilibrarte con tus pulsaciones, con el nivel de oxígeno en sangre, con el corazón, sin ser impulsivo sino hacerlo con suavidad, la mente concentrada...», explica.
Señala Ibeas que hay licencias por un día para cualquier persona que desee ejercitarse en la modalidad de aire comprimido, así como para tiradores de otras delegaciones (los que utilizan armas de fuego sí deben estar federados). No en vano, además de quienes participan en los numerosos torneos y campeonatos que acoge el campo burgalés, son muchos los tiradores madrileños, vascos y navarros que gustan de estas instalaciones. Hay afición, admite Ibeas. Y de gente cada vez más joven. Casi todos los sábados y los domingos el campo se llena, y entre semana es utilizado por una media diaria de treinta personas. También hacen prácticas de tiro agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. «Los fines de semana que hay campeonato -bien de plato o de recorridos de tiro, que es una modalidad que hemos implantado este año-, es fácil que superemos el centenar de personas», subraya. También hay competiciones de tiro deportivo con armas históricas de avancarga (el día 19 de este mes, por ejemplo, habrá un torneo en el campo burgalés que reunirá a decenas de tiradores). Algunas son del siglo XIX, que se cargan con baqueta. Son rifles, revólveres y pistolas. «Aunque sean armas históricas, son de una enorme precisión», indica Fernando Ranea, responsable de una modalidad que también cuenta con numerosos adeptos en todo el país.
¡Plato! Roberto Santamaría es el responsable del tiro al plato. El campo de El Cerro posee dos canchas para esta práctica al aire libre que cuenta con muchos aficionados. «Hay seis puestos para seis tiradores por cancha. Esto agiliza mucho cuando acogemos alguna competición. Aquí se viene en verano y en invierno; lloviendo y nevando. Es una modalidad que engancha», señala. El campo está perfectamente vallado y perimetrado, y las dos canchas al aire libre cuentan con las mejores máquinas lanzaplatos que existen, marca Macarelli, que se hallan ocultas en un foso. «En esta modalidad de tiro, con cartuchos de 28 gramos, las claves son concentración y rapidez porque los platos salen a 100 kilómetros por hora», apunta Santamaría.
El Cerro, que también cuenta con cafetería, está considerado por los amantes del tiro como un gran campo. «Es difícil que hoy se hiciera algo parecido». Aunque Agustín Ibeas considera que necesita seguir haciéndose mejoras, modernizándolo en la medida de sus posibilidades, reconoce que es un campo de tiro privilegiado «y tiene una gran consideración. Pero vamos a seguir poco a poco mejoras, en todos los sentidos, para hacerlo más atractivo. Estamos consiguiendo nuevos federados y por eso estamos contentos», concluye Ibeas.