Un paciente del HUBU, con cáncer e inmovilizado por dos vértebras rotas, tuvo que esperar algo más de tres horas en un pasillo -sobre una camilla y vestido solo con la bata del hospital- a que llegara la ambulancia que debía llevarlo de vuelta a San Juan de Dios.
La familia denuncia que en todo ese tiempo no les dieron explicación alguna, ni en el HUBU ni en la empresa responsable del servicio, Ambulancias Rodrigo (ahora Ambuibérica). La firma, a la que Sacyl volvió a adjudicarle el transporte sanitario terrestre en buena parte de la Comunidad hace unos meses, también ha rehusado aclarar a este periódico el porqué de este nuevo retraso en la asistencia a la sanidad pública. De hecho, afirman que «no se ha registrado ninguna reclamación en este sentido» y que, «por protección de datos», tampoco «desea ofrecer información personal de ningún paciente o usuario».
Los afectados, en cambio, detallan en este periódico que los hechos se produjeron el pasado 30 de octubre, lunes, y que de manera extraoficial sí hubo quien les indicó que la espera se debía a la falta de vehículos adaptados para camillas disponibles. Hay que recordar que en el contrato firmado entre la Consejería de Sanidad y Ambuibérica se establece que en Burgos, y para el transporte no urgente, deben circular tres vehículos adaptados para camillas (A1) de lunes a viernes. Si, como al parecer fue el caso, están ocupados, el paciente debe esperar hasta que alguno de ellos concluya el servicio que esté realizando. Ysegún ha constatado este periódico, en este último año ha habido reclamaciones formales por demoras de hasta 11 horas.
En este caso, el malestar de la familia no se debe únicamente a las más de tres horas de espera de una persona enferma y semidesnuda en un pasillo del HUBU a finales de octubre, sino a «la falta de humanidad» en el trato recibido.
Explican que el afectado, de 68 años, se cayó el día del Pilar y se rompió dos vértebras, lo cual motivó un ingreso de diez días en el HUBU. En el momento en el que se le estabilizó, dejó de ser un paciente agudo y, por tanto, se le derivó a San Juan de Dios para que completara la hospitalización. A los «dos días del traslado» al paseo de la Isla, comunican a la familia que el afectado tiene una revisión en Oncología Médica, a pesar de que para su cáncer «ya no hay más tratamiento». Dadas las circunstancias, los familiares tratan de aplazar la cita, sin éxito.
«Mi padre no se puede ni incorporar de la camilla», apunta su hija, Estefanía Tobar, matizando que por esa razón el traslado tuvo que hacerse en vehículo adaptado. «La consulta terminó a las 13.00 horas, veinte minutos después se dio el primer aviso a las ambulancias y a las 16.30 horas lo recogió la misma que lo había llevado», dice, matizando que para ese momento la familia había hecho «muchas llamadas» porque, por las condiciones del afectado, no tenían más opción. «No podíamos recogerlo nosotros ni llevarlo en taxi y, desde luego, el servicio no lo motivamos por capricho. Pero el trato fue vergonzoso», concluye.