Felices sueños

I.L.H. / Burgos
-

Mario gritaba a los Reyes «¡un juego para la DS!», porque no lo había incluido en la carta

Aspecto de la calle Vitoria a la altura del hotel Puerta de Burgos. - Foto: DB/Jesús J. Matías

Mi prima, que no se pierde una cabalgata de Reyes ni aunque llueva -qué gracia, a mí me pasa lo mismo; el año pasado tuve que cambiarme la ropa mojada antes de volver al periódico- dice que no recuerda un desfile tan breve. Que este año el ver pasar carrozas, pajes, hadas, insectos gigantes y pastores apenas ha durado un  cuarto de hora. Suficiente en Burgos para helarte de frío, le digo, y eso que en esta ocasión el viento se había ausentado. Y siempre será mejor quedarse con las ganas que dormido antes de tiempo. Pero es cierto que anoche daba la sensación de que la cabalgata había mermado en extensión más que en contenido; suponemos que la política de austeridad también se aplica en Oriente.

En cambio, en lo que corresponde al público parecía que viviéramos otro baby-boom. ¡Cuánto crío junto! Y les juro que me he tragado unas cuantas cabalgatas como para pensar que no estoy exagerando: siempre hay mucha gente, es así, haga el tiempo que haga, pero anoche se animaron hasta los indecisos. Caritas sonrojadas, ojos abiertos como platos, peleas para recoger caramelos, gritos a los Reyes -básicamente a Baltasar-... hay cosas que no cambian. Pero esta vez parecían salir de debajo de las piedras, tanto en Gamonal como en el centro.

Las escenas en una y otra parte de la ciudad se repetían con bastante similitud. En la plaza del Cid Sergio, de seis años, cantaba villancicos mientras esperaba que Sus Majestades se bajaran de las carrozas; Vanesa, de cuatro, se echaba a llorar al tiempo que la enorme mantis religiosa tiraba humo por la boca. Y el pequeño Raúl, a la altura de la plaza del Rey, señalaba alucinado el barco de Los piratas del Caribe y al monstruo marino Davy Jones.

Los más pequeños solo miraban, pero los creciditos gritaban sus deseos a los Reyes como si quisieran cerciorarse de que los monarcas conocían sus cartas. «Es que no me acordé de poner el juego para la DS y seguro que no me lo traen», confesaba enfurruñado Mario mientras su hermana Fátima le amonestaba diciendo que los Reyes conocen todo lo que pensamos y que se portara bien, no lo fuese a fastidiar el último día.

 

Insectos de fábula

A ellos y a sus primas Andrea y Carla lo que más les gustó de la cabalgata fueron los animales gigantes. Los insectos de la compañía Sarruga Producciones (un ciempiés, dos hormigas y la mantis religiosa) compitieron en tamaño con el elefante indio de los franceses Planète Vapeur.

Los piratas del capitán Sparrow fueron cosa de la compañía Amarok y las hadas gigantes de Les Lutins Refractaires. Las otras hadas, más menuditas, fueron el estreno de calle de La Roulotte Teatro.

En total participaron en la cabalgata del Ayuntamiento 450 personas. Y antes de que Melchor, Gaspar y Baltasar hablaran desde el balcón del Teatro, el camión de bomberos extendió su escalera hasta el techo del Principal demostrando la eficiente ayuda que esta noche iban a reportar a Sus Majestades para llegar a tiempo a todos los hogares. Felices sueños también para hoy.