10 años sin el gran arquitecto

C. de la Blanca (SPC)
-

Una década después de su adiós, el nombre de Luis Aragonés sigue asociado al 'imperio' que elevó a la selección a los altares del fútbol entre 2008 y 2012

El madrileño levanta la Eurocopa 2008 en el estadio Prater de Viena - Foto: JuanJo Martín (EFE)

Con el cielo estrellado de Viena como testigo, Luis Aragonés consumó su mayor obra el 29 de junio de 2008. Después de innumerables «hostias de todos los colores» en el camino hacia la Eurocopa, su equipo, la selección, había tocado techo. España volvía a levantar un título 44 años después de la mano de un entrenador que tuvo la 'culpa' de hacer creer a todo su grupo que eran una panda de ganadores, que nadie les podía mirar por encima del hombro. Aquella noche de verano, ese hombre con la personalidad torrencial de los tramos más bravos del Danubio, consumó su leyenda, esa que condujo a la Roja a forjar una estrella en su escudo dos años después, similar a la que hace 10 años ascendió al cielo como, posiblemente, el técnico más importante de la historia de España.

El 'Sabio de Hortaleza', pese a haber vestido la camiseta blanca en la cantera del Real Madrid, pronto se pasó al otro bando, manchando su zamarra de una secuencia de líneas rojas que bien pueden servir de métafora a la sangre y pundonor que él siempre derramó sobre el césped.

Pero no solo de carácter se tildó su carrera como jugador. Luis Aragonés fue un atacante extraordinario, una suerte de futbolista ofensivo con capacidad para moverse por todo el último tercio del campo. De su mano, el Atlético ganó tres Ligas y se quedó a las puertas de la Copa de Europa. En su primera final de la competición continental, en 1974, el madrileño pareció asestar una estocada definitiva al Bayern con un libre directo majestuoso. Pero a los bávaros nunca hay que darlos por muertos, sobre todo en esa época. Resurgieron con un clásico tanto 'muy alemán' en los últimos minutos y en el duelo de desempate arrasaron a un mermado cuadro rojiblanco (4-0).

Aragonés pasó entonces a los banquillos, donde, entre otras cosas, levantó la Copa Intercontinental con los colchoneros ese mismo año, siendo el único combinado que ha logrado ese hito como subcampeón de la Copa de Europa.

Entrenó al calor del Calderón hasta en cuatro etapas, entre las que logró dos Copas del Rey, una Supercopa de España y una Liga más, pero también se hizo cargo de otros combinados, entre los que destaca el Barça.

Pero su etapa como director de orquesta será recordada, por encima de todo, por llevar a la selección a lo más alto, por despojar al cuadro nacional de un estilo arcaico y sin resultados como la 'Furia' y convencer a la mejor generación de jugadores que ha vestido la Roja de que podían mirar a cualquiera a los ojos.

El elegido

El 'Sabio de Hortaleza' fue llamado por Ángel María Villar tras el fiasco del equipo en la Eurocopa 2004 con Iñaki Sáez en el cargo. España llevaba sin llegar a una final de un gran torneo desde la Eurocopa de 1984, sin embargo, desde los años 90, en categorías inferiores arrasaba a casi cualquier conjunto que tuviera enfrente.

Aragonés supo sacar el máximo jugo a ese inabordable caudal de talento, sabedor de que era necesario un bandazo en el estilo de juego que hiciera el mejor de los 'zumos' con la variada 'macedonia' de futbolistas de los que disponía.

«Si yo no hago a este equipo ganador, soy una mierda». Él lo tenía claro. Él y sus jugadores, ya que el entorno casi nunca acompañó. Dio muestras de lo que su selección podía hacer en el Mundial 2006, 'limpió' el vestuario tras el torneo desatando el 'huracán Raúl' y el tiempo le acabó dando la razón.

En cuartos, contra Italia y en penaltis, allí consumó su obra magna: la de convencer a un grupo excelso de jugadores de que podían e iban a ser campeones de todo.