No esperen en el concierto del 9 de junio las detalladas y emocionantes explicaciones que Víctor Manuel suele hacer en sus acústicos. Esta vez viene arropado por una orquesta y un coro y los tiempos están muy ajustados. «Hablo menos, pero algo hablo -bromea-. Sobre todo porque hay algunas canciones en asturiano y, aunque se entiende casi todo, me siento en la obligación de explicarlas. Y luego porque hay quien no ha ido nunca a un concierto sinfónico y se extraña que no diga 'buenas noches'».
Ante la imposibilidad de viajar siempre con la misma orquesta, en la gira que hoy comienza en Madrid y para la que de momento tiene una quincena de conciertos actuará con doce formaciones diferentes. «Aquí el que va a trabajar más que yo es Joan Albert Amargós, que es el director de los conciertos. Él tiene que ensayar con todas las orquestas», explica el músico y compositor de canciones como Soy un corazón tendido al sol, Solo pienso en ti, Ay amor o El abuelo Vítor. En Burgos lo hará en el Fórum junto a la Joven Orquesta y el Coro de la Universidad de Valladolid: «En general es muy poderoso todo. Funciona por aplastamiento. Estar con 120-130 personas detrás y empezar con Asturias... eso es una apisonadora, directamente», añade entre risas, recordando que este formato sinfónico lo realizó otra vez en su trayectoria, en 1999, también con Amargós como director.
No sabes la felicidad que me produce escribir canciones. Lo necesito para seguir cantando»
Ahora, dice, canta mejor que entonces y sigue escribiendo canciones: «Es que no sabes la felicidad que me produce. Es verdad que muchos de mis compañeros de edad y profesión hace tiempo que han dejado de componer o lo hacen al ralentí, pero yo necesito escribir para seguir cantando. Esa es mi principal motivación».
Precisamente anda acabando un disco en el que le canta «a la vida que me rodea, las cosas que me pasan y lo que veo». Está, como siempre, el amor, pero también la tragedia de Gaza: «A mí nunca me entran las cosas tan rápido. Lo de Gaza tocaría dentro de dos años. Pero en este caso se me metió una canción y la he dejado ahí. Se titula Diario de un robot por esa sensación de que desde un despacho mandas un dron o esa foto siniestra de soldados haciéndose un selfi con casas destruidas detrás. ¡Qué necesidad!, ¡es asqueroso!».
En el nuevo disco hay una canción sobre Gaza. A mí nunca me entran las cosas tan rápido. Pero me salió un tema y ahí está»
Para el asturiano no hay temas difíciles de abordar, es más bien saber qué contar: «A mí me interesa lo marginal, lo que está en los bordes. Veo cosas que a otras personas no les interesa», asegura. Pero también le canta a lo que otros no quieren ver, como los cadáveres en las cunetas: «Los muertos no tienen ideología y son familiares de gente de derechas e izquierdas. Los políticos deberían ver que la gente de la calle funciona de otra manera».
Su postura política, por lo que asegura sigue vetado en algunas ciudades, le ha acarreado problemas, aunque no se queja y se siente afortunado. Nada comparable al enfrentamiento que ahora generan las redes: «Son tiempos muy delicados en los que te pueden joder la vida. Ahora te cancelan por lo que dijo un pariente tuyo. Es mucho más difícil que la balanza se equilibre», afirma.
Con 120-130 personas detrás arropándote todo es mucho más poderoso. Suena 'Asturias' y eso es una apisonadora»