Un mundo viajero en palabras

M.S.B. / Burgos
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En dos décadas el docente burgalés Federico Escudero Álvarez ha dado clases de español en ocho países. Fue alumno de Jesuitas, veraneante en Vallejera y universitario en Salamanca. Hoy es coordinador del Instituto Cervantes en Beirut (Líbano)

Federico Escudero en la sala de espera del Instituto Cervantes de Beirut (Líbano), con una mezquita al fondo. - Foto: F.E.Á.

No ocurre, pero podría. Si escribiéramos en Google 'ciudadano del mundo' o buscáramos lo mismo en una enciclopedia, cabría la posibilidad de que viéramos su cara y su nombre, Federico Escudero Álvarez. Y es que este docente burgalés nacido en 1981, que vive desde 2022 en Beirut (Líbano), ha repartido las dos últimas décadas entre Francia (un año en Annecy), Eslovaquia (cuatro en Kosice), Hungría (dos en Budapest), India (uno en Bombay), Rusia (dos en Moscú), Serbia (tres en Belgrado) y Estonia (cuatro en Tallin). A estos países hay que sumar los visitados por ocio y turismo. La mayoría de los embajadores se han movido menos por el orbe que este licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca.

Con tanta vida en las retinas y en las maletas, Federico Escudero dice que, de volver a cambiar de destino, le gustaría "a un Instituto Cervantes más cercano a España, o a la sede central en Madrid, o al departamento de formación de profesores en Alcalá de Henares". Aunque también deja una puerta abierta a dar rienda suelta a su sueño de dedicarse "a la escritura creativa, pidiendo una excedencia y viajando a Australia y Nueva Zelanda", afirma.

De momento, este curioso y activo profesor de castellano no se imagina -es muy joven para ello- arreglando una casita y cultivando un huerto en Vallejera, la pequeña localidad a 45 kilómetros al oeste de Burgos donde pasó buena parte de su infancia: "Largos veranos en un pueblo con arroyo, pilón y bodegas, niños y adolescentes en bicicleta por la carretera comarcal, siestas con la televisión encendida retransmitiendo el Tour y noches a la fresca".

Cubrió el ciclo escolar y de bachillerato en Jesuitas y tras los años formativos en la capital charra hizo un máster en 'Lingüística aplicada a la enseñanza de español como lengua extranjera' en la Universidad de Jaén. Con esas herramientas y su mente abierta salió al mundo a sembrar y cultivar la lengua de Cervantes. Tras varios lustros haciéndolo en centros de diversa índole, en 2022 aprobó la oposición para formar parte del Instituto que ondea el nombre del padre de Don Quijote y Sancho Panza. La plaza de profesor la sacó para Beirut y desde septiembre pasado es el coordinador académico de este centro, de esta embajada de las letras castellanas.

Federico Escudero vive en la compleja y vitalista capital libanesa en el barrio de Achrafieh, "de mayoría cristiana, una zona afrancesada y con cierto aire europeo", apunta. Le encanta la gastronomía del país (el hummus y el tabule), las películas de terror, los ensayos de temática psicológica y las novelas policiacas. Domina muy bien el inglés y el francés, pero todavía se le resiste en árabe.

Pasea mucho por Beirut y destaca de Líbano, pese a ser más pequeño que la provincia de Burgos, que "tiene una gran variedad de paisajes, playas, montañas nevadas, bosques de cedros (es el árbol nacional y figura en su bandera), ruinas romanas, paredes fenicias...". "A pesar de que desde fuera puede parecer peligroso, animo a visitar el país, y lo mejor es contratar excursiones y no ir por libre, ya que el transporte público es casi inexistente", recomienda.

Este burgalés, absorbiendo siempre algo de donde le lleva el destino, se queda de los beirutíes con la pasión por vivir y disfrutar. En árabe, en francés, en español...

POR ENCIMA

Líbano hace frontera con Israel y Siria, y se baña en el Mediterráneo. En esta excolonia francesa conviven no sin roces diversas culturas, religiones e intereses geoestratégicos. Tiene 5,35 millones de habitantes en 10.450 kilómetros cuadrados (la provincia de Burgos ocupa 14.000 kilómetros, con 360.000 personas). A Federico Escudero lo que más le gusta de sus convecinos "es ese apego a la vida que tienen. Un libanés de mi edad ha vivido la parte final de la guerra civil, la entrada de Israel en 2006, la crisis bancaria de 2019, la pandemia, la explosión del puerto de Beirut en 2020 y la nueva entrada de Israel en 2024. A pesar de todo, o precisamente por eso, tienen un gran amor a la vida, a salir, a comer con familiares y amigos, a divertirse", enfatiza.

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