En el dosier de prensa que la Diócesis de Burgos entregó a los medios de comunicación el lunes, cuando acababa de estallar el cisma de Belorado, figuran fotocopiadas tres páginas del libro A las afueras de la cruz. Las sectas de origen cristiano en España. En ellas, Luis Santamaría describe los orígenes y la actividad de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, fundada en Bilbao en 2005 por Pablo de Rojas, el falso obispo a quien el autor define como «un personaje que se presenta a sí mismo, entre otros títulos nobiliarios, como duque imperial, príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico y cinco veces Grande de España».
El supuesto padre José niega que ellos sean una secta. Dice que siguen la doctrina católica, el derecho canónico. ¿Por qué podemos considerar como una secta a este grupo?
Si tomamos la definición más breve de secta que conozco, la de mi compañero Vicente Jara, se define secta como un grupo social depredador que practica el mimetismo y el señuelo, y esto vemos que se cumple de sobra en este caso. Es decir, se trata de un grupo que hace proselitismo, que hace captación, en este caso ha captado a toda una comunidad o al menos ha conseguido atrapar a su superiora. Practica el mimetismo, porque se hace pasar por la Iglesia católica, porque según ellos son la iglesia católica verdadera y no la que se dice gobernada por el papa Francisco. Y el señuelo que es pues ofrecer algo atractivo, en este caso ofrecer a personas que estén desorientadas o en un momento de debilidad, ser la iglesia católica verdadera. Entonces aquí han actuado con engaño y podemos decir que hay una manipulación de sus víctimas.
¿Tienen un móvil económico o sus fines van más allá, en busca más poder o notoriedad?
Yo no conozco personalmente al líder, pero si fuera simplemente un farsante, ahí estaría lo económico como su único fin, pero es posible que nos encontremos ante un sujeto con características delirantes y megalomaníacas y con rasgos narcisistas e incluso paranoides de la personalidad, viendo cómo se presenta con todos esos títulos tanto eclesiásticos como de nobleza.
Revisando sus perfiles en redes sociales, aparecen imágenes y algunos datos, pero siempre genéricos, sin fechar. Nunca se habían expuesto tanto como ahora. ¿Cree que pueden estar cambiando de estrategia al haber captado a una comunidad entera?
Pues lo desconozco, pero hasta ahora siempre ha sido esa estrategia de acercarse a personas quizás defraudadas con la Iglesia Católica en la actualidad o con todos los avances que está habiendo. Pero tampoco sé si eran conscientes de lo que iba a suponer un hecho como este, no creo que este señor, Pablo de Rojas, ni las propias clarisas percibieran el escándalo que se iba a producir.
Claro, porque no hay muchos antecedentes de algo así, ¿no?
No, no. Se trata de un caso único.
Ellos insisten mucho en desvincularse del Palmar de Troya. ¿Por qué ese interés?
Sí, insisten en desvincularse y de hecho se trata de un grupo, esta Pía Unión de San Pablo Apóstol, que no ha nombrado papa, dicen que desde el año 58 no hay papa y es monseñor Pablo de Rojas quien está protegiendo y defendiendo a la verdadera iglesia católica. Es decir, se quieren desvincular de algo que es conocido de sobra como secta, que es El Palmar de Troya, que además ha caído en el ridículo inmenso de nombrar sus propios papas llegando al esperpento y por eso esa desvinculación que funciona de forma recurrente como excusatio non petita. Porque sabiendo la biografía, lo que cuento en el libro, de Pablo de Rojas, está claro que sus primeras ordenaciones, ordenación sacerdote y consagración episcopal de 2005 y 2003, respectivamente, fueron de manos de un personaje ordenado en El Palmar de Troya. Y cuando ha repetido esos sacramentos, quizás dudando de la validez de los primeros por ese vínculo con el Palmar de Troya, lo ha hecho a manos de otro falso obispo español que está ordenado por el mismo obispo vietnamita excomulgado, que ordenó a los del Palmar de Troya. Al final, el círculo siempre nos lleva a estos entornos del tradicionalismo cismático que acaba siendo sectario.
Leía un comentario que decía que nos equivocamos, que no es una secta, que son sedevacantistas. Entiendo que no se puede defender el sedevacantismo sin estar fuera de la Iglesia católica, ¿no?
Efectivamente, una vez que una vez que ya lo reconoces unos mínimos de la estructura de la Iglesia Católica y no reconoces al papa... No digo que estés de acuerdo en todo, pero si no se reconoce la validez y legitimidad del papa, apaga y vámonos.
A partir de ahí no hay nada.
No es que consideren que están dentro de la Iglesia, es que consideran que la iglesia verdadera son ellos y los 1.000 y pico millones de católicos del mundo estamos en el lugar equivocados.
¿Cree que estas personas son peligrosas, no para todos los católicos, pero sí para la gente a la que se arriman? Porque tienen un perfil que puede llegar a parecer ridículo, tan excéntrico, que no sé si nos las tomamos suficientemente en serio.
Claro, ese es el problema, es lo que ha pasado siempre con el Palmar de Troya. No es una caricatura, es algo que hace sufrir a la gente de verdad. Yo no conozco a personas afectadas por este grupo en concreto, pero sí conozco familias y personas afectadas en España por movimientos de este tipo. Y más allá de lo estrafalario que pueda parecer su mensaje, lo cierto es que hacen un daño grandísimo a personas que acaban viviendo en una realidad paralela y familias que ven cómo pierden a un ser querido que se aísla de ellos y que al final acaba fanatizado por un grupo que dirige todos los aspectos de su vida, aunque sea a distancia, a través de internet.