Hemos visto incendios devastadores y duros. Pero esto es inaudito». El vallisoletano Guillermo Calles habla mientras sujeta con fuerza una manguera de la autobomba que dirige, donde limpia una de las plazas anegadas de la localidad valenciana de Aldaya, población asignada al destacamento llegado desde Castilla y León, y que está formado por efectivos de la Junta y de parques de bomberos de todas las provincias y muchos ayuntamientos de la Comunidad. «Esto pone los pelos de punta», señala este bombero forestal de La Parrilla (Valladolid), quien asegura que «da pena» cuando la gente se dirige a uno para que les ayude «a limpiar su casa o sacar agua de un garaje».
Muy cerca de él, en calles colindantes, un equipo llegado desde León habla de la «evolución positiva en las labores de limpieza en esta población». Jacinto Moral y sus compañeros, con una bandera de León izada sobre el visible camión amarillo de bomberos forestales, recuerda que ya había compañeros de vacaciones, de días moscosos y de descansos, principalmente porque ya había concluido la época de riesgo de alto de incendios el 12 de octubre. «Nuestra vocación es venir, siempre. Hemos venidos muchos y la gente nos está agradeciendo de todas las maneras. En cualquier puerta nos ofrecen algo de comer y agua. Se está viendo lo bueno de la sociedad», remarca Moral, cuya base se encuentra en León capital.
A las puertas de su vivienda se encuentran Trinidad Companys y Luis Tordera, vecinos del barrio del Mercado de Aldaya, que vieron llegar el agua hasta los cuatro primeros escalones de sus edificio. «No tenemos palabras para agradecer el trabajo de esta gente», precisa la anciana, quien carga contra los «políticos, que han enviado tarde la ayuda y no avisaron de la riada a tiempo». «Quiero dar un aplauso a los jóvenes, a los que se había criticado mucho estos años. Ellos son los primeros que han actuado desde el primer día», manifiesta Tordera, que ayuda a una docena de chavales mientras cargan lodo en talegas y sacan muebles, bicis y estanterías ya deterioradas, que apilan en la calle y que cargan las máquinas pesadas de Castilla y León. De ahí, todas se trasladan en camiones a una gran explanada a las afueras, donde el montón ya supera los 12 metros.
Caos, desazón y resignación en Aldaya - Foto: Eduardo Margareto ICALUnos pasos más hacia las vías del tren, descolocadas por el paso del agua, permiten observar un parque infantil en el que, por sorprendente que parezca, juega una niña, quizás símbolo de la esperanza a la que se enfrenta esta tierra. Desde allí, tras el fango, trabaja otro equipo con cestos, palas y cepillos, y otros preguntan dónde pueden ayudar, mientras pasan por delante de coches volcados y vehículos semienterrados, en una imagen que parece postapocalíptica, donde un hombre y una mujer pasean a sus pequeños perros. Se detienen, frente a la niña. Y ella le pregunta a él: «¿Qué tal lo llevas?». En valenciano, él le devuelve la respuesta y le dice que «mejor que el animal, que está muy raro». Y ella, finaliza: «Cómo todos nosotros».
El cerebro de la emergencia
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En cabeza del operativo de Castilla y León se encuentra el jefe del Puesto de Mando Avanzado (PMA), Álex Garrido, y el técnico coordinador del mismo, Víctor González, probablemente, «uno de los mejores meteorólogos de España», señala Garrido, quien explica que el destacamento se encuentra en el Sector 1 (Aldaya, Picaña y Torrente). «Nosotros gestionamos el perfil profesional de la gente que está aquí desplegada. Los voluntarios van por otro carril», aclara Garrido, geógrafo de profesión, quien apunta que ellos realizan labores de limpieza, retirada de enseres y conseguir calles accesibles, «para poder realizar las siguientes labores que sean necesarias». Desde el corazón de la emergencia regional se confía en la «rápida evolución» de la limpieza de esta localidad, de 30.000 habitantes, gracias a un operativo que supera las 300 personas. En ayuda del operativo, el jefe del Parque de Bomberos de Torrente, Paco Pallardó, pone el punto de vista «profesional» de la intervención por que además de su formación de bombero, reside en la zona y conoce «cada metro».