Una vecina conflictiva de Oña mantiene en vilo a buena parte de la población por una conducta violenta y amenazante que ha «sobrepasado todos los límites al agredir a cinco personas», denuncia el juez de paz, Adolfo Oña. «Sin ningún motivo», aclara, el martes por la tarde entró a uno de los bares de la localidad y comenzó a «tirar mesas y sillas». Acto seguido «lanzó al camarero un hielo a la cabeza».
Con total tranquilidad abandonó el local y se dirigió a un segundo, al que intentó acceder mientras fumaba un cigarro. El hostelero que en aquel momento se encontraba tras la barra la «negó la entrada» hasta que no terminara el pitillo pero la agresora hizo caso omiso y atacó a un usuario de la residencia de ancianos. «Le quitó las gafas, las rompió y con la cachaba con la se sujetaba le golpeó», explica el testigo. La escena la presenciaron turistas y otros vecinos que disfrutaban en la terraza del buen tiempo, los cuales no dudaron en auxiliar al anciano. Pablo no tuvo margen de reacción y acabó «en el suelo tras recibir un tortazo fuerte». Al incorporarse y pedir explicaciones a la mujer esta le respondió con «otro» con el que volvió a abatirle.
Al contemplar lo ocurrido, una trabajadora del centro de mayores que prefiere mantenerse en el anonimato intentó sin éxito poner paz y también resultó herida. «Estaba con una amiga y cinco menores que no llegaron a ver nada. Me dirigí a ella y se me tiró a los ojos, me arañó la cara hasta provocarme sangre y me apagó el cigarro en la mejilla. Al camarero también le agredió», declara.
El juez de paz confirma que después de lo ocurrido, la «agresora se sentó en un banco y se dedicó a lanzar amenazas e insultos del tipo hijo de puta, violador, a todas las personas que transitaban por la calle», él incluido. Tomará medidas legales «contra esta persona que ha generado una gran alarma social entre los vecinos».
Varias de los afectados acudieron al centro de salud para recibir asistencia médica y solicitar un parte de lesiones mientras esperaban a que la Guardia Civil apareciera en el lugar de los hechos. «Tardaron muchísimo tiempo», asegura la única mujer afectada. Adolfo Oña, que pretende interponer una denuncia por «amenazas», lo corrobora y explica que «simplemente acudieron al edificio que ocupa desde verano pero no la detuvieron». Ayer por la mañana «al menos dos» damnificados denunciaron los hechos en el cuartel, mientras que Pablo, debido a las lesiones que sufrió en una pierna, no pudo levantarse «de la cama a la hora de la citación».
La junta directiva del AMPA del colegio San Salvador ha presentado una queja formal tanto en el Ayuntamiento como en el CEAS con el fin de que «tomen medidas para proteger a los niños y a la comunidad en general porque estamos muy preocupados», declara un portavoz. «Esta mujer se acerca a los menores y hace cosas inapropiadas para provocar a los padres. El martes sembró el terror en el pueblo», añade.
El sábado por la noche también manifestó conductas incívicas en los bares y los propietarios decidieron cerrarlos antes de tiempo.