Lleva 13 largos años a la espera de entrar en acción para dar un servicio demandado por transportistas y empresas del polígono, pero el paso del tiempo deja su huella en una dotación sin uso que costó tres millones de euros y que hoy está reconvertida en un almacén improvisado de los viejos contenedores de basura retirados de la circulación en el verano del año pasado.
Aunque languidece desde hace más de una década, el aparcamiento de camiones de Villalonquéjar IV se presenta como la solución lógica, viable y segura para responder a la demanda de los profesionales tras los robos registrados periódicamente en el polígono industrial. Ya sea de los vehículos como de sus cargas.
Sin embargo, en casi tres lustros completados aún no se ha dado con la tecla porque hay un aspecto clave a tener en cuenta. ¿Cómo dotar a este aparcamiento de los servicios que hagan interesante su explotación y uso?
Juan Manuel Manso, concejal de Urbanismo, Infraestructuras y Vías Públicas, busca la respuesta administrativa a esta cuestión y asume la necesidad de modificar el Plan General de Ordenación Urbana como paso indispensable para revitalizar el complejo. «Si la solución fuera fácil ya estaría resuelto», recalca el edil.
Y es que la historia se remonta a mayo de 2010, cuando se recepcionaron las obras de una dotación necesaria y bloqueada en la casilla de salida. Entonces, la Comisión de Promoción Industrial acordó que la empresa que optara al concurso público inicialmente previsto dispondría de un periodo de explotación de 25 años y centraría su actividad en la vigilancia, cuidado y cobro por el uso de las 300 plazas de aparcamiento disponibles.
Quedaba descartada así la posibilidad de que el recinto ubicado estratégicamente junto al principal nudo de comunicaciones de la zona norte de la ciudad contara con otros servicios como una gasolinera, aseos y duchas, lavacoches, restaurante o un hotel. Y esa es, precisamente, la llave para cambiar de forma radical la realidad de este complejo.
Eduardo Rilova, presidente de la patronal Asebutra, reconoce que no es viable abrir el recinto con unos mínimos mientras se avanza en un proyecto definitivo a largo plazo. «Estamos preocupados y abiertos a negociar este asunto con el Ayuntamiento, pero no es tan fácil», matiza. Incluso, recuerda que esa posible solución transitoria necesitaría una larga tramitación administrativa, un contrato de explotación y unas garantías como los seguros pertinentes. «Un párking de seguridad conlleva mucha responsabilidad y no es algo que se pueda abrir de un día para otro», insiste.
Cabe recordar que Asebutra ya ha reflejado en varias ocasiones su preocupación por la falta de seguridad de los transportistas ante el insuficiente espacio reservado en Burgos y urgen una respuesta firme y de futuro para el sector.
Mientras tanto, desde Urbanismo se asume que esta dotación solo tendrá futuro si se refuerza con más servicios y se busca la fórmula «para revitalizar» la infraestructura. «El caso es que ahora no hay suelo suficiente con una clasificación urbanística adecuada», explica Manso, centrado en «generar» esa superficie necesaria para que pueda desarrollarse toda la actividad relacionada con un aparcamiento de seguridad.
Hoy por hoy, «no hay suelo dotacional» y serán necesarias las mencionadas actuaciones urbanísticas para «hacer de esa gran explanada un gran parking». «Luego veremos quién se implanta allí porque eso será harina de otro costal», señala.
Y es que cabe recordar que en el año 2001 el Ayuntamiento, Asebutra S.A. y la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Burgos (Adesbur) llegaron a un acuerdo por el que se impedía la explotación de otros servicios paralelos junto al aparcamiento. Años después se abrieron otras opciones como la licitación pública y la instalación de una gasolinera accesible desde el exterior.
Empresarios. A lo largo de los años se han sucedido las reivindicaciones de los transportistas y de los empresarios para abrir un complejo que, incluso, fue propuesto como lugar donde instalar las barracas.
Silvia Pereda, presidenta de la Asociación de Empresarios del Polígono de Villalonquéjar, reconoce que la respuesta «no es fácil» después de haberlo intentado «en multitud de ocasiones». Llegado este punto, se alinea con el planteamiento del equipo de Gobierno y asegura que la dotación solo es viable «con una modificación del suelo». Solo así se podrán implantar «los servicios que los transportistas necesitan».
Pereda se muestra sensible con esta situación y muestra su compromiso para «hacer todo lo posible para que salga adelante el aparcamiento de camiones en Villalonquéjar». Y es que esta necesidad del sector provoca otras circunstancias negativas. En ocasiones, los camiones aparcados en el polígono se sitúan en puntos que, aunque son legales, «dejan sin visibilidad las entradas y las salidas de las fábricas».
«Estamos creando un problema y un riesgo de accidente», insiste Pereda, quien reconoce la importancia de evitar este tipo de situaciones «por seguridad». La respuesta está en el viejo párking.