La Policía Local da por finalizada la bula que ha regido durante años en el barrio del G-3 con los aparcamientos en batería en sus principales calles. El proyecto de urbanización del barrio diseñó viales de cuatro carriles de circulación -dos por sentido- y estacionamiento en línea, que queda delimitado por una especie de vierteaguas y sobre un firme de adoquines que contrasta claramente con el asfalto de la calzada.

A pesar de ello, durante lustros los vecinos de esta zona de la ciudad han aparcado en calles como Condesa Mencía -una de las principales- en batería, invadiendo los coches la mitad de los carriles exteriores de circulación. Es decir, incurrían en una clara infracción con la que la Policía Local ha hecho la vista gorda durante años.

Pero en un año como el presente, con cinco atropellos mortales en la capital, el Cuerpo municipal de seguridad no podía seguir mirando hacia otro lado con una práctica que constituye un peligro añadido para los peatones. Sí, porque los vehículos en batería dificultan a los conductores una visión correcta del inicio de los pasos de cebra.

Una circunstancia que se agrava cuando niños, personas de baja estatura o ciudadanos en silla de ruedas son quienes cruzan, pues quedan prácticamente ocultos a la mirada de los conductores, que se topan con ellos de repente cuando ya se hallan en mitad de la calzada.

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