Si hay dos meses que la Dirección General de Tráfico tiene marcados especialmente en rojo son los de agosto y diciembre. En ambos se producen dos circunstancias que invitan a incrementar la alerta: grandes desplazamientos de vehículos y las fiestas y reuniones familiares en las que se consume alcohol. Parecía que los conductores tenían muy asumido que coger el coche después de tomarse unas copas era una mala idea. Pero en los últimos años no sólo han confirmado que no es recomendable bajar la guardia, sino que los controles han dejado otra evidencia. Cada vez hay más personas que conducen bajo los efectos de sustancias.
En cada dispositivo de la Guardia Civil en las vías interurbanas, y de la Policía Local en las ciudades, la lectura es muchas veces la misma. Hay cierta sensación de impunidad en la ingesta de drogas al volante. La creencia de que no va a ser detectada. Sólo así se explica que los positivos se acerquen, y muchas veces superen, a los de alcohol. La estadística, que habitualmente suele ser tozuda, da la razón a esta percepción que desde hace unos años tienen en la DGT.
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