Hace unas semanas fue el 'caso Errejón' -como antes había sido el del futbolista Dani Alves- el que acaparó todas las portadas de los periódicos, los focos de las televisiones y los minutos de radio. La causa fue la dimisión de todos sus cargos, tanto institucionales como de su partido, Más Madrid, y su coalición, Sumar, del que hasta entonces había sido no solo su portavoz en el Congreso sino uno de los protagonistas del cambio que supuso en 2014 la llegada de Podemos a la política y la ruptura del bipartidismo tal y como se conocía desde la Transición. Como se sabe, Íñigo Errejón dijo adiós a la vida pública acorralado por las denuncias de comportamientos sexuales abusivos a varias mujeres, que él reconoció ante sus formaciones, y de los que hablaba de una manera críptica en su comunicado de despedida.
El testimonio de la actriz Elisa Mouliaá, primero anónimo en la cuenta de Instagram de la periodista Cristina Fallarás y más tarde con nombre y apellido en X, llenaron ambas redes de cuestionamientos hacia la víctima. ¿Por qué no lo denunció antes? ¿Qué pretende ahora? ¿Por qué se fue con él a su casa después de que afearle su comportamiento violento? ¿Por qué no se quedó con su hija, que tenía fiebre esa noche? inquirían perfiles anónimos poniendo en duda el relato de la víctima y sorprendidos de que no adoptara el papel doliente que en el imaginario social tiene de una mujer que ha sido abusada. Por el contrario, no se vieron preguntas dirigidas a Errejón, que en 2021 ya había sido protagonista de un caso de acoso en un concierto que no fue afeado por sus partidos. Nada de ¿por qué te comportaste con violencia? ¿Por qué le tocaste el culo sin permiso a una muchacha? ¿Por qué utilizas el cuerpo de una mujer como si fuera un objeto?
«Las preguntas que se hacen a la actriz no solo son preguntas, conllevan una culpabilización que aún no se supera siempre que hay un caso de violencia sexual, por eso es importantísimo conocer cómo es la situación por la que se atraviesa cuando se sufre un acto de violencia. En este caso, además, se complica más con el perfil público del presunto agresor y el hecho de que esa relación era algo que la víctima quería en un principio, pero que después se convirtió en un escenario de violencia difícil de sobrellevar», explica Laura Pérez de la Varga, presidenta de la asociación de mujeres La Rueda y doctoranda de la UBU con una tesis sobre violencia sexual y jóvenes.
Esta entidad lleva desde su fundación defendiendo a las mujeres de todo tipo de violencia y en los últimos años ha puesto el acento sobre la de carácter sexual, que ya no se esconde y cuyas cifras estremecen. Según datos del Ministerio del Interior, entre enero y junio de este año se han denunciado en la provincia de Burgos 43 delitos contra la libertad sexual, un 34% más que el año anterior en el mismo periodo de tiempo, y que suponen alrededor de 7 todos los meses. Y son solo aquellos en los que la víctima acude a la comisaría de policía.
En el caso Errejón las redes sociales se llenaron de preguntas hacia las víctimas. No se leyó ninguna dirigida a él como «¿por qué tocas el culo sin permiso a una joven?»
Así que frente a este estado de cosas y a la extensión del consumo de pornografía por parte de la gente más joven, La Rueda ofrece talleres de formación que están siendo muy bien acogidos por parte de colegios, institutos, asociaciones juveniles y de otra índole; tanto, que en lo que va de año han llegado a 2.253 personas y hasta diciembre va a desarrollar cien talleres más y hasta el final del curso en junio, otros 80 tanto en Burgos capital y provincia como en otros puntos de la comunidad autónoma desde donde se les está demandando: «Hay mucho interés entre el profesorado porque ven que el problema es grandísimo».
Desde su proyecto denominado Solo sí es sí, que puede encontrarse en la web stopsexismo.org, La Rueda ofrece formaciones gratuitas y en varios formatos. Están abiertas al público en general y hay otras específicas para profesionales de diferentes ámbitos de la intervención social y educativa que trabajen con jóvenes, para quienes existe otro taller denominado 'Tu sí más mi sí, cero problemas'. En la página, además, se dan consejos sobre cómo actuar frente a una agresión sexual, tanto si se es víctima de la misma como si se presencia o se es un profesional de un establecimiento de ocio nocturno. En este sentido, La Rueda trabaja en colaboración con la Federación Regional de Hostelería y durante las fiestas patronales lanza ya desde hace varios años campañas y material para prevenir este tipo de delitos.
La culpa, de la víctima. A pesar de todas las medidas que se están tomando desde que a nivel internacional se empezó a romper el silencio con la campaña MeToo y en España, con Cuéntalo, las agresiones no paran y, sobre todo, indica Pérez de la Varga, está costando que la sociedad no culpabilice a las víctimas: «Además de esta formación a colegios, institutos y asociaciones también formamos en el centro penitenciario a los internos que así lo desean y el mismo día en el que estalló el caso Errejón yo estaba comentando con ellos lo que ocurrió con Nevenka y asegurando que tal cosa ahora era muy difícil que ocurriera. Es obvio que tengo que tragarme mis palabras».
Sobre el hecho de que la actriz no se alejara del político cuando empezaron los primeros actos de violencia, insiste en que no es fácil muchas veces para las mujeres ser consciente de lo que está ocurriendo: «Es verdad que había esos indicadores, pero también seguro que hubo otros contradictorios; en estos casos se da el paso y llega un momento en el que no sabes cómo salir por miedo o por autoculpabilidad, es decir, que muchas mujeres se plantean que si han llegado ellas solas hasta ahí no tienen más remedio que quedarse. En cualquier caso, la sociedad sigue culpando a las mujeres por no estar en el sitio adecuado, como en el cuento de Caperucita, con el que todas hemos crecido, a la que se le pregunta que dónde va tan solita».
Reflexiona la presidenta de La Rueda también sobre el consentimiento, palabra muy utilizada en estos casos, sobre todo por formaciones como en las que militaba Íñigo Errejón: «La línea entre el consentimiento y la falta de él en ocasiones es muy delgada y algunas preferimos hablar de deseo». En este sentido, señala, además, que tanto Podemos como Más Madrid y Sumar, «que se han erigido en los portavoces del feminismo ignorando todo lo que había antes de que llegaran», han hecho todo lo contrario de lo que es este movimiento, dando por bueno lo que denominan 'trabajo sexual', es decir, la prostitución, el alquiler de vientres de mujeres pobres y la desaparición del concepto 'mujer', sustituyéndolo por sintagmas como 'cuerpo gestante' o 'cuerpo menstruante': «Todo esto lo han vendido como si fuera progresismo, pero no hay capitalismo más brutal que el que comercia con los cuerpos. Pero esto es lo que ocurre cuando no se escucha a las feministas que llevan mucho tiempo analizando todas las opresiones de las mujeres».