Directo al grano: ¿quiere el Real Madrid quitarse a Vinícius? La respuesta más lógica es «no», pero con el día a día aumentan las sensaciones (prensa, redes, mensajes crípticos, silencios institucionales, etcétera) de que existe algo parecido a una campaña para sacar al «mejor jugador del mundo», según dijo Ancelotti hace solo tres semanas.
La postura 'oficial' de la entidad es, efectivamente, un «no» rotundo. Fruto de una planificación metódica, el bloque merengue tiene hoy a tres estrellas mundiales de 21 años (Bellingham), 24 (Vinícius) y 26 (Mbappé) para intentar dominar el fútbol durante una larga época. El equilibrio va apareciendo sobre el césped. «Los buenos jugadores se entienden rápido» es la frase que el técnico italiano empleó sobre la supuesta incompatibilidad entre los dos últimos, los mejores del planeta… en el mismo puesto.
Fue el principio del debate. 'Carletto' entregó la banda izquierda al brasileño por galones y antigüedad, pero Mbappé lucía perdido por el centro. El francés ha sido el objeto de deseo del madridismo durante seis largas temporadas, y el hecho de verlo relegado a una versión menor de sí mismo porque 'alguien' ocupaba su puesto puso a 'Vini' en el punto de mira y el 'entorno' blanco empezó pronto a tantear su posible salida.
El petrodólar
Arabia Saudí es la amenaza o el aliado, según se mire, en esta 'Operación Vinícius'. Cada vez son más fuertes los rumores y cada vez aparecen con más frecuencia en los medios cercanos al Real Madrid. Se supone que el Al-Ahli tiene preparada una oferta descomunal cercana a los 300 millones de euros para convencer al club y otra de 200 anuales de sueldo para 'seducir' al jugador. La entidad se mantiene firme en su discurso hacia afuera, pero la masa social va 'abandonando' al atacante. La prensa nacional hizo una encuesta esta misma semana en la que la afición elegía «a los líderes del equipo»… y el '7' (apenas el siete por ciento de los votos) estaba por detrás de Mbappé, Bellingham y Valverde, una pregunta que no se hizo cuando masacró al Dortmund en una segunda parte de ensueño, el día del gol y la asistencia en el duelo decisivo ante la Atalanta, el del 'hat-trick' a Osasuna…
El brasileño sabe que está en un momento complicado. A pesar de los guiños de cara al público. Por ejemplo, en la última Asamblea, Florentino Pérez habló en estos términos: «Querido 'Vini', quiero que sepas que el madridismo está orgulloso de ti, de todo lo que has tenido que soportar en muchos momentos de manera injusta. Todo esto te ha hecho ser el jugador que eres». Pero el presidente merengue no se ha caracterizado precisamente por claudicar ante los caprichos de sus estrellas (por eso llamó tanto la atención la ausencia del Real Madrid en la gala del Balón de Oro: un gesto duramente criticado en todo el planeta… que quiso 'acompañar' al brasileño en su duelo por no haberlo ganado): con Florentino, Di María salió al año siguiente de ser el 'MVP' de la final de la Champions, mitos como Ramos o Casillas no encontraron la renovación e incluso se le negó la revisión del contrato a un Cristiano Ronaldo en pleno apogeo. En esa línea de no plegarse ante determinados egos ni dejarse llevar por los sentimientos, la salida de Vinícius no es una quimera.
Cada año, dentro de la propia afición blanca, crece la sensación de que el genio de Sao Gonçalo es un elemento de distorsión respecto a los demás clubes y aficiones. Esa 'rabieta' del Balón de Oro no cayó bien en buena parte del público que defiende los valores históricos del club, y sus desplantes en el césped con jugadores rivales o con las gradas (son ya 10 tarjetas amarillas y una roja en apenas 26 partidos) enturbian el ambiente… e incluso contagian a algunos compañeros: un tipo moderado como Bellingham fue 'cazado' tirándole agua a Dimitrievski o dándole collejas a Maffeo por cuitas que ambos tuvieron con el brasileño.
La 'Operación Vinícius', sea algo encubierto o pretendidamente público, una teoría conspiratoria o una verdad en marcha, tiene en vilo al planeta: los 222 millones que el PSG pagó por Neymar en 2017 y establecieron el techo histórico del fútbol en cualquier mercado de fichajes podrían saltar por los aires.