Los inversores ponen el ojo en la Ribera por el calentamiento

I.M.L. / Aranda
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La demanda de bodegas se centra en zonas con temperaturas más bajas y con grandes capacidades de elaboración, pero la oferta de instalaciones de producción no cubre las actuales peticiones del mercado

La confidencialidad de los agentes hace que no se conozca la situación de venta de muchas de las bodegas. - Foto: I.M.L.

El ciclo del mercado inmobiliario en el sector del vino está sufriendo un repunte de la mano del cambio climático. Lo que ya vienen constatando los viticultores en el campo desde hace años, que el aumento de las temperaturas está modificando los ritmos de cultivo de las viñas, se está trasladando al interés de los inversores que están buscando adquirir una bodega. «Ahora a aumentando la demanda de medias y grandes marcas que buscan comprar para diversificar en la zona y por el calor, motivadas por el aumento de las temperaturas medias, buscan más la zona centro norte por tener temperaturas más bajas», apuntan desde Aldeasabandonadas.com, que en la actualidad gestiona una cartera de once bodegas para su posible adquisición en el territorio de la DO Ribera del Duero. 

Sin embargo, la actividad inmobiliaria que se registró hace diez años, cuando la crisis de 2008 hizo que salieran al mercado varias grandes bodegas interesantes para grupos bodegueros e inversores, se han ralentizado mucho durante esta década, motivada por lo limitado de la oferta en la actualidad. «Las de tipo medio o medio alto para Ribera del Duero son las que se han ido comprando estos grupos inversores, las que quedan son de tamaño pequeño y cuesta un poco más venderlas porque hay mucha competencia y es más difícil sacarles rendimiento», analiza Ángel Garrote Ruiz de Temiño, de Vino de Ángeles.

Un parón que desde el sector no ven como algo negativo, ya que es una muestra de estabilidad en el territorio ribereño. «Yo veo que está bastante tranquilo, estable, lo que no es ni bueno, ni malo. Después de una actividad tan fuerte como la de los pasados años, que esté más tranquilo también es normal y es bueno porque eso significa no hay más bodegas en venta», resume Puri Mancebo, experta en la compra venta de bodegas de la inmobiliaria  Rimontgó, en cuya página web se ofrecen una decena de instalaciones a la venta.

Esta escasa oferta, con una demanda estable, unida a la contrastada calidad de esta zona vitivinícola hace que las cifras de venta «estén por encima de la media de precios en distintos lados tanto por precio de la uva como por precio de venta de bodegas», reconoce Garrote. De hecho, de los pocos datos que se comparten en unas operaciones que mantienen una confidencialidad estricta, la horquilla de precios está entre el 1,5 y los 15 millones de euros para las bodegas, y por encima de los 50.000 euros para una hectárea de viñedo, aunque la compra venta de parcelas es más testimonial. «Es raro que se produzcan ventas de viñedo, no es fácil vender un viñedo a gente de fuera porque suelen ser pequeños viticultores los que venden sus terrenos a las bodegas a las que han suministrado», destaca Garrote como la situación más habitual en este tipo de operaciones.

De lo poco que se mueve en la actualidad en el mercado inmobiliario bodeguero, la mayoría de las instalaciones que están a la venta tienen capacidades entre media y alta, desde 25.000 a un millón de bodegas, con un 20% del total que cultivan y elaboran en ecológico. Los propietarios que venden suelen ser sociedades, pero el 35% de la oferta corresponde a bodegas familiares que no tienen relevo generacional.

En el lado de los que buscan hacerse con una bodega en la DO Ribera del Duero, el 55% son inversores o grupos bodegueros con actividad en otras zonas de producción, pero también hay amantes del vino o enólogos que quieren una bodega para elaborar su propio vino. Lo que sí han detectado desde Aldeasabandonadas.com es que «hay un gran incremento en la búsqueda de bodegas o edificaciones históricas o peculiares, como palacios o monasterios con viñedo para proyectos de enoturismo o resort de lujo».

En cuanto a la procedencia de los potenciales compradores, se mantiene un equilibrio, pero se ha dado la vuelta a la tendencia. Si el año pasado había más interesados extranjeros que nacionales, ahora el 60% son de aquí y el otro 40% vienen de la mano del capital internacional.