«El agua me arrastraba, he tenido que protegerme en la cafetería porque me resultaba imposible cruzar la calle para llegar a la administración de lotería», declara Cristina Santaolalla con el susto todavía en el cuerpo tras la «fatal experiencia» vivida como consecuencia de una imponente tormenta que dejó la tarde de ayer en Briviesca 35 litros de agua, acompañado de granizo, en cuestión de 38 minutos.
Como cada día, la joven procedía a abrir su negocio, ubicado en la plaza Mayor, cuando una tromba de agua le sorprendió. Pero este aguacero era diferente a los demás. «La fuerza con la que caía el agua me ha asustado muchísimo, he optado por descalzarme para no empaparme, pero no me ha quedado más remedio que quedarme bajo techo», asegura. Minutos antes de que escampara, se armó de valor y accedió a su local, el cual no se libró de las consecuencias y acabó inundado. «Se me ha levantado el suelo y el ordenador está empapado. Calculo que teníamos unos 10 centímetros de agua aquí dentro», añade mientras continúa limpiando.
(Más información y amplio reportaje gráfico, en la edición impresa de este martes de Diario de Burgos)