Tras el fuego, el regreso

Ical
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Los vecinos de Monsagro vuelven a ocupar sus casas una semana después de haber sido evacuados por el peligro ante la proximidad del voraz incendio forestal que el pasado lunes 'saltó' a la provincia salmantina desde Extremadura

Tras el fuego, el regreso - Foto: Ical

Y la Virgen de la Peña intercedió. También, seguramente, San Antonio y el resto de santos a los que María, de 93 años, ha estado poniendo velas durante los últimos días. Por fin está en su pueblo. Camina despacio del brazo de su hermana Miguela, unos diez años más joven, en plena 'operación regreso' a Monsagro después de una semana de exilio obligado por la repentina amenaza de las llamas. El rastro de ceniza es inequívoco. El fuego no llegó a entrar en el pueblo, pero lo ha rodeado por todos los flancos. Solo la acción de los servicios de extinción impidió que fuera pasto de llamas. Casi seis días después de que lograran alejarlas del núcleo urbano, las viviendas permanecen intactas y apenas queda olor a chamusquina.

Algunas casas, eso sí, reciben a sus dueños con una generosa capa de ceniza en las zonas exteriores. Ahora va a tocar limpiar, pero no importa. "Siento una alegría grandísima porque lo veo todo verde en el pueblo, aunque a lo lejos se ve todo quemado", comenta a Ical María, emocionada incluso por volver al que es su hogar. Su hermana explica que estuvo mes y medio fuera por culpa de una pierna rota y, casualidades de la vida, regresó el domingo para tener que volver a irse unas horas después. "Hemos estado las dos en Salamanca, aunque pasándolo mal porque veíamos que el entrono del pueblo se estaba quemando", reconoce.

Cuando esta mañana recibieron la noticia, se les "abrió el cielo", recuerda María, la mayor, enumerando la retahíla de santos a los que ha estado poniendo velas "para que todo esto pasara". Ambas son todo agradecimiento para la Cruz Roja, la Guardia Civil y para todos y cada uno de los servicios de extinción de incendios de las administraciones públicas que, como especialmente la Virgen de la Peña, según repite la mujer, han obrado el 'milagro' de que este martes hayan podido regresar a su entorno más preciado. "Ahora vamos a ver que es lo que tenemos en casa. A lo mejor hay un poco de suciedad, pero con alegría, todo se pasa", se despide Miguela.

Finalmente, este martes no ha sido necesario fletar un autobús, como sucedió en el desalojo. La mayoría de los vecinos evacuados han regresado hoy a sus casas en coches particulares. Desde el filo del mediodía, momento en que la Junta de Castilla y León comunicó al alcalde la decisión de volver, el goteo de vehículos ha sido incesante en el municipio. Las condiciones meteorológicas, óbice para autorizarlo ayer, cuando el viento y las altas temperaturas lo desaconsejaban, permitieron, sin embargo, dar luz verde hoy a la orden. La Guardia Civil, una vez más, vigiló en todo momento que la vuelta a casa se desarrollara dentro de los cauces de la normalidad, como así sucedería.

Una patrulla aguardaba al furgón de la Cruz Roja que, pasadas las 16 horas, hizo su entrada en el municipio. Del vehículo se bajaron cinco personas mayores y dos niños, además del personal. Caras de cansancio y alegría a partes iguales, y, sobre todo, prisa por llegar por fin a casa. Acaban de recorrer la media hora larga en coche que separa Monsagro de la Casa Escuela 'Los Sitios', en Ciudad Rodrigo, centro que ha sido hogar para muchos de ellos durante la última semana. Después de comer, tranquilamente, recogieron sus bártulos y se despidieron. Allí estaba, como cada día, el alcalde de Miróbriga, Marcos Iglesias, quien se ha involucrado personalmente en las atenciones como anfitrión, pasando incluso alguna noche con ellos. Junto a él, dos de sus tenientes de alcalde, Beatriz Jorge y Ramón Sastre, engordaban la representación municipal.

Agradecimiento y despedida

El profundo sentimiento de agradecimiento por lo allí vivido es generalizado. Tanto, que una niña hasta llora por tener que irse. Con todo, ha sido una larga semana en el centro. Siete días en los que, para los vecinos, el miedo dejó paso a la incertidumbre y en los que, incluso, hubo tiempo para el enfado, la rabia, la búsqueda de culpables, y también de soluciones. Desde 'Los Sitios', varias fueron las incursiones de vuelta al pueblo para recuperar objetos y enseres de máxima necesidad. Al menos, según pudo saber Ical, el viernes y el domingo, la Guardia Civil escoltó a una expedición a la que no todo el mundo pudo sumarse. De hecho, los agentes dejaron en tierra a quienes no pudieron convencer de la perentoria urgencia de su visita. Así de crudo. La seguridad, lo primero.

Pero no todo fue tensión. Los vecinos de Monsagro recibieron compañía tras tres días aislados y lejos de sus casas. No deseada, eso sí. Iguales de Morasverdes y Guadapero, también realojados hoy, a quienes nunca hubieran deseado ver en estas circunstancias, pero que, en esencia, sirvieron para mirarse en un espejo de humanidad. Así pudieron aliviar tensiones, compartir dramas y experiencias catastróficas, se contaron las cosas que nunca hubieran querido ver y se ofrecieron como 'paño de lágrimas' entre unos y otros. Y eso, que ni si quiera se vieron lloros, por lo general, según comentan los propios vecinos, obligados a un alarde de fortaleza ante los elementos.

Voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil se multiplicaron para colmarles de atenciones. Se ocuparon de su descanso y manutención y, en la medida de lo posible, de su estado de salud y emocional. Mucho lo agradece Antonio, pensionista de Monsagro que reconoce que, a pesar de lo ocurrido, en la Casa Hogar 'Los Sitios' han estado "encantados de la vida". "Nos ha tratado muy bien esta gente de Ciudad Rodrigo", responde sonriente, aunque ya tiene ganas de volver. "Estamos un poco cansados porque, ya sabes lo que pasa, no se descansa igual fuera que en tu propia casa", comenta con resignación.

Antonio está a punto de subirse al coche de un amigo para coger la SA-V-92 de camino a su pueblo y alberga cierta curiosidad, incluso algo de preocupación, por lo que verá al llegar. "No sé qué nos encontraremos. No sé si estará todo quemado o cómo estará aquello", insinúa. Aunque él aún no lo sabe, nada de eso. Este jubilado insiste en destacar que las adversidades han unido a la gente de su pueblo "en una piña" y que eso le ha impedido tener miedo. Ni siquiera un poquito. Al menos, no él. También agradece las labores de los voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil, e incluso tiene palabras de vuelta para los medios de comunicación. "Muchas gracias también a vosotros por preocuparnos por nosotros", responde sonriente.

A apenas unos pasos aguarda el joven César. Como cada año, acudió este verano a pasar sus vacaciones a Monsagro, su pueblo, pero nunca olvidará este viaje. Cuenta que sus padres le llevan desde que nació hasta que ha cumplido los 18. Allí aún viven allí sus abuelos, que han estado en 'Los Sitios' desde que se produjo la evacuación, y que ya se han ido en el coche de unos tíos suyos. "La prioridad era devolverles a ellos a casa lo más pronto posible", señala, antes de subirse con algunos otros al coche de una vecina con destino al pueblo. Todos se organizan para llegar de un modo u otro. Desde luego, la buena vecindad ha emergido entre las buenas gentes de la comarca mirobrigense ante el ardiente enemigo común.

"La verdad es que ha ido muy bien. Nos han dado camas con habitaciones de sobra, desayuno, comida y cena, y también hemos hecho alguna actividad, como el vino de las tardes", resume sobre la estancia en la escuela hogar. En días pasados, pudieron incluso escuchar las coplas de la rondalla de Ciudad Rodrigo, gentilmente entonadas para su regocijo, organizaron juegos y pasatiempos, y se las arreglaron para pasar el tiempo de la mejor forma posible. Eso sí, de cualquier forma, bien saben que mejor en casa. "Estamos con muchas ganas de volver. Fuera, uno está más preocupado porque no ve lo que pasa. Tras los primeros días nos calmamos un poco, pero la verdad es que hemos pasado miedo". Normal.