¿Por qué no compartir una experiencia laboral consolidada con aquellos que aspiran a formarse en la misma profesión? ¿Y por qué no hacerlo en la misma residencia? Las preguntas se las hizo hace unos meses el aparejador Ángel Galán y la respuesta la encontró en un proyecto que ha bautizado como piso-técnico y cuyos detalles se encuentran ya colgados en varios tablones de anuncios de bibliotecas y centros universitarios de la ciudad.
Así, este arquitecto técnico e ingeniero de edificación, especializado en cálculo de estructuras y profesor asociado de la Universidad de Burgos, ofrece la posibilidad de compartir piso con estudiantes y futuros compañeros de profesión o de otras carreras de carácter técnico, a los que brindaría apoyo en los estudios y las prácticas y asesoramiento en el proyecto de fin de estudios, además de contactos con el mundo laboral.
Explicado el proyecto, la siguiente pregunta es obvia. ¿Qué obtiene a cambio? «Yo no gano nada y lo gano todo», explica Galán. Porque a cambio de sus conocimientos y respaldo, se ahorraría el coste del alquiler y los gastos de mantenimiento de la vivienda, ya que estos serían asumidos por los alumnos como contrapartida a la ayuda recibida. Pero en su ánimo no solo pesa el aspecto económico, sino que añade otras ventajas como el hecho de mantenerse al día de las novedades de las titulaciones del ramo y su normativa, mejorar la práctica docente y estar en contacto con generaciones que «transmiten percepciones de la vida muy diferentes».
A la espera de llamadas
El piso-técnico aún está en pañales, por cuanto Galán todavía no ha recibido la llamada de ningún posible candidato. No pide grandes requisitos, salvo el compromiso de mantener el proyecto durante todo el año académico, seriedad y responsabilidad, lo que no está reñido, precisa, con un ambiente desenfadado y un objetivo de superación en los estudios que cursen.
La idea de este aparejador de 40 años es conseguir tres o cuatro compañeros de piso, como mucho, con los que se encargaría de buscar una vivienda cerca del campus de la Milanera, aunque todo está abierto a las opiniones de los interesados. Se muestra ilusionado con el proyecto, aunque no sepa si finalmente saldrá adelante, porque considera que son muchos los estudiantes de carreras técnicas que demandan conocimientos en determinadas áreas que no se ofrecen en el programa académico o que en el caso de que se impartan resultan insuficientes.
Lo asegura por propia experiencia, la misma que le llevó a especializarse por su cuenta en el cálculo de estructuras o en otros muchos aspectos de su vida profesional. Ahora se muestra encantado con su faceta de profesor, si bien el futuro en la Universidad resulta un tanto incierto por cuanto desconoce si volverán a convocarse concursos temporales y si su currículo será de nuevo elegido.
Por ello, reconoce que le viene bien ahorrarse los gastos de vivienda, que considera «asumibles» para los compañeros que integren el piso-técnico. Además, no le asusta compartir vivienda con estudiantes, ya que se define como un hombre con espíritu joven e inquieto. El mismo que le lleva a participar como voluntario en proyectos solidarios, ser hospitalero en el Caminos de Santiago y miembro de Protección Civil.
Ahora, con el curso a punto de terminar confía en sus anuncios despierten el interés de los alumnos de la UBU y suene el teléfono o llegue un mensaje a la dirección de correo electrónico pisotecnicoburgos@gmail.com.