Alguno esperaba otras camisetas blancas, pero las que se han encontrado por las alturas musicales de la Plaza del Trigo no han podido ser más desenfadadas. Primero con Francisco Vicente, Franvvi, que ataviado además con camisa blanca y corbata negra con nudo flojo ha sudado lo suyo sobre el escenario y ha conseguido que Aranda atronara con su versión de la Noche Ochentera, ese éxito de Vicco que recorre España de costa a costa. Aunque no sea nada indie, la letra irresistiblemente pegadiza ha hecho claudicar hasta al más puristas y todos han movido las caderas, la pistola y el sombrero como si estuvieran en el chiringuito, en la antesala de un delirio colectivo.
El culmen ha llegado con la sorpresa del día, Ladilla Rusa, que para demostrar que han venido a reventar Aranda ha comenzado como no se puede hacer de otra manera en la capital de la Ribera del Duero.
Me pongo fino, me pongo fino
Antes de acostarme yo bebo vino
Tania Lozano y Víctor F. Clares se han vestido con la bandera arcoiris para cantar 'Kitt y los coches del pasado'. - Foto: ValdivielsoSu famoso Macaulay Culkin ha significado el inicio -y el final- del desmadre colectivo, en el que no ha faltado la crónica -como periodistas que son Tania Lozano y Víctor F. Clares- de lo que se hace en un festival: Como de dos a tres/Duermo de cuatro a cinco/Y de seis a seis beber. De un festival normal, claro, porque en Sonorama Ribera eso no hay quien se lo plantee. Se han reído de sí mismos, se han disfrazado de curas, han alertado del peligro que entrañan los fachas, le han cantado al amor en los tiempos de covid, han enarbolado la bandera arcoiris, esa que tanto estorba en otros balcones, para hablar de cómo José Mari por las noches se transforma en Mariví y sobre todo han divertido al personal.
Ha sido una after party antes de la party, el postre antes de comer, otra desaforada verbena, con versiones pupurri del Viva la vida y el Duro de Pelar, para rematar con Kitt y los coches del pasado y su Macaulay Culkin, que no en vano fue el tema que corearon los primeros miles de personas que les vieron en el Sonorama Ribera de hace 6 años y que hoy, les han despedido al grito de 'Escenario Principal' en una plaza abarrotada, cuyos accesos se han cerrado al menos media hora antes al haber llegado al aforo límite.
Una dedicatoria al cielo. Javier Ajenjo ha dedicado el brindis con Ribera del Duero de hoy a Raúl Arlanzón, el carismático cocinero de La Cantinaccia que falleció hace poco más de un mes y al que muchos integrantes del festival están echando de menos, pues su casa es el lugar que acoge y reconforta los estómagos de artistas y trabajadores de Sonorama Ribera, siempre con una sonrisa y gran profesionalidad, aunque algunos vayan casi a la hora de merendar.
El director de Sonorama Ribera ha vuelto a insistir ante una plaza del Trigo "más llena que nunca" que Aranda necesita el tren Directo para no hipotecar su futuro y también les ha pedido que cuiden la ciudad como si fuera su casa.