Concursos desiertos, paralización de obras, retrasos cada vez más prolongados y, todo ello, por lo más básico:no hay mano de obra. Constructoras, empresas de obra pública y todo el universo de subcontratas ven con «muchísima preocupación» el calendario de proyectos que se les plantea de cara a los próximos meses por una sencilla razón: carecen del personal suficiente para acometer con garantías tal carga de trabajo.
La situación se agrava más, si cabe, cuando todas las administraciones (central, autonómica y local) apuestan por dar un gran impulso a la construcción residencial pública, un ámbito que requerirá de la participación de muchos oficios en los que ahora no hay profesionales suficientes.
Los números están ahí. Burgos suma actualmente la mitad de ocupados en la construcción que a mediados de 2008, cuando se inició la grave crisis del ladrillo cuyas consecuencias siguen notándose. En aquel entonces, la Encuesta de Población Activa (EPA) registraba 21.000 trabajadores en la provincia; hoy son 10.700 (una parte importante de origen extranjero) y en la última década nunca se han llegado a recuperar los registros previos a la caída, ni tampoco se han alcanzado siquiera los 13.000 ocupados.
Y no solo las plantillas han mermado y han envejecido, también han desaparecido módulos de la construcción en la FP y alumnos en las aulas de las escuelas y las universidades. El sector, coinciden empresarios y sindicatos, ha perdido su atractivo para los jóvenes, que ven otras alternativas laborales mejor pagadas que un trabajo que suele requerir de un gran esfuerzo físico, jornadas a la intemperie y, por lo general, en empresas pequeñas y con mucha sobrecarga de trabajo en la actualidad.
La fórmula esfuerzo físico/tiempos de trabajo/salario, explica Ramiro Marijuán, secretario provincial de FICA-UGT, está pesando cada vez más a la hora de aceptar o rechazar un empleo, y para el ámbito de la construcción es determinante.
La industria, que ha sostenido en el tiempo plantillas de más de 35.000 empleados en Burgos mientras en la construcción se desplomaban, sigue siendo refugio de todos aquellos que han huido de las obras y es muy difícil que regresen (entre otras cosas, por en la industria también falta mano de obra).
Darío Otal, de la constructora RFS (que actualmente trabaja en la nueva urbanización del polígono Burgos-Este), se lamenta de que en los últimos años se ha perdido muchísimo conocimiento y a mucha gente que sabía trabajar en la obra.
(Más información, en la edición impresa de este lunes de Diario de Burgos o aquí)