El arte es una materia imprescindible para tenerla presente en nuestras vidas desde bien pequeños, ya sea para aprender, para ser más creativos o para poner en práctica nuestras capacidades artísticas. Eso lo saben bien en el CAB, un lugar que desprende arte por los cuatro costados. Y por ello, el 'Verano 2024' de Caja de Burgos lo ha elegido como una de las localizaciones para pasar allí dos de sus semanas de los campamentos urbanos, y que los niños puedan aprender a crear sin la necesidad de estar pensando en si lo hacen bien o mal.
Entre los 4 y los 7 años, los pequeños realizan allí una serie de proyectos relacionados con el arte, con los que buscan obtener un resultado «propio». Desde el colegio nos enseñan a coger el lápiz de una manera determinada. Sin embargo, no debería ser así, ya que cada herramienta artística se puede manejar de una forma distinta. De hecho, Javier, el coordinador de este grupo de niños, confiesa que es muy curioso ver cómo el más pequeño de ellos se apaña con los diferentes instrumentos, ya que, al no haber ido al colegio aún, no tiene noción de ello. Por ejemplo, esta semana se están dedicando a elaborar un biombo, que son tres o cuatro láminas con las que intentan plasmar el tema que hayan elegido, como los dinosaurios, las flores o las mariposas. «La manualidad es un procedimiento en el que la creatividad no tiene nada que ver», argumenta Javier, para hacernos saber que, realmente, lo que están poniendo en práctica es la creatividad.
Después de 20 años realizando estos campamentos y llevándolos a cabo, no solo en verano, sino en todas las fechas en las que los niños no tengan que ir al colegio, ellos mismos son los que «acaban pidiendo hacer más». Los padres ya están encantados de por sí, «repiten siempre», por lo que los pequeños apenas ponen pegas para volverse a apuntar. «Tienen muchas ganas de seguir trabajando en todas las dinámicas» asegura Javier.
El CAB es un escenario ideal y versátil para que todo el mundo pueda crear, contando también con los más mayores. Por lo tanto es idóneo para realizar este tipo de actividades. Junto con la Casa del Cordón, que por primera vez ha formado parte de los campamentos, son dos lugares «privilegiados». Allí se les dio la oportunidad de estar con los niños en el mismo escenario y que pudiesen conocer a distintos artistas, como actores, bailarinas, músicos...
El contexto de las exposiciones es también imprescindible. A veces hay obras que no se pueden tocar, otras, todo lo contrario. Y lo mismo pasa con el ruido, cuando en algunas salas se permite gritar, mientras que en otras, se debe guardar un silencio sepulcral.
Sin embargo, en este sentido, los niños tienen mucha más libertad. El pensamiento lateral, la búsqueda de soluciones, la improvisación y el respeto son algunas de las claves que da Javier sobre este estilo de aprendizaje. En una semana disponen de tiempo suficiente para saber lo que está bien y lo que puede estar mal. Al final, lo más importante es la creatividad.