Ya han pasado exactamente diez años, pero Beatriz González no olvida la medianoche del 30 de junio de 2014. Aquel lunes de Sampedros los fuegos artificiales 'helaron' las fiestas en Burgos. La caída de una carcasa sobre la multitud que presenciaba la sesión pirotécnica desde el puente San Pablo pudo acabar en tragedia. El incidente se saldó con una veintena de personas heridas por quemaduras de diversa consideración y contusiones derivadas de la avalancha posterior. Fue un buen susto, pero pudo ser peor. Lo evitaron, entre otros, los efectivos de Protección Civil que "mantuvieron la calma en una situación tan delicada y difícil" -como reconoció el entonces alcalde, Javier Lacalle- y hasta la llegada del personal sanitario prestaron la primera atención a los heridos tras despejar la zona.
"Cuando el artefacto cayó en el puente San Pablo yo estaba allí mismo. En esos momentos decía: 'quiero ayudar'. Veía a las personas de naranja correr, actuar y yo quería hacer eso", relata Beatriz González, que años después, en 2019, entró a formar parte de la Agrupación de Protección Civil de Burgos. Prácticamente acababa de ponerse el uniforme cuando estalló la pandemia de covid... "y nos cerraron a todos en casa". "Espero no volver a vivir algo así", desea, al tiempo que recuerda las "miradas tan tristes" que veía tras las ventanas de las viviendas mientras realizaba junto a sus compañeros distintas labores. "Fue algo que me conmovió". Su vocación de ayudar, sin embargo, le brotó algo antes, cuando "un momento personal de duelo" la llevó a descubrir el voluntariado. Primero colaboró con Proyecto Hombre, la asociación que acompaña a las personas con adicciones y sus familias, y posteriormente con la Pastoral Penitenciaria en el penal burgalés. Hasta que se unió a Protección Civil, que para ella es "sentimiento".
A la agrupación le dedica gran parte de su vida, como Lorenzo Bernabé, que ingresó en 2001 y desde hace unos meses es el responsable de la misma. Cada uno de ellos supera las 400 horas anuales de labor altruista, pese a que únicamente son obligatorias 100, movidos por una "generosidad interna" que les lleva a "tratar de ayudar al prójimo siempre".
Parón técnico. Protección Civil ha vuelto a las calles estos Sampedros tras 'perderse' los últimos por un "parón técnico" de varios meses el año pasado para reivindicar la creación de una secretaría y la remodelación de la base. Confiaron en la palabra del actual equipo de Gobierno para arreglar ambos asuntos y están de vuelta. Y con ajetreo.
La Noche Blanca, la romería de la Virgen Blanca y el Curpillos prologan lo que acaba de terminar, unos Sampedros en los que esperaban "mucha afluencia". "Desde la covid, la ciudadanía sale a la calle a celebrarlo todo, hasta lo triste. Gastamos más dinero, vamos a todo... Todo el mundo quiere todo", cree Beatriz González, que siempre que tiene la oportunidad advierte a los más jóvenes de que disfruten, pero con responsabilidad. "A los adolescentes que van de botellón les pido prudencia. 'No os queráis beber la vida', les digo. Y parece que del mensaje algo queda".
Transmite este mensaje durante las charlas que ofrecen en los centros escolares para dar a conocer la agrupación y la labor que realizan hacia la ciudadanía. Intervienen en eventos con grandes aglomeraciones, citas deportivas multitudinarias, fenómenos meteorológicos adversos (lluvias, vientos, nevadas, heladas...), simulacros, cortes de tráfico... y también prestan una atención integral al peregrino en los dos tramos del Camino de Santiago a su paso por la provincia. "Todo tiene que funcionar sin nosotros, pero si el Ayuntamiento nos requiere, ahí estamos", remarcan.
34 voluntarios y 16 en prácticas. Protección Civil es un colectivo humano que colabora gratuita y desinteresadamente con el Ayuntamiento, movido por sentimientos de solidaridad social y de buena vecindad. La agrupación depende del concejal de Seguridad Ciudadana, actualmente Ignacio Peña, y los voluntarios siempre están a disposición de los servicios de emergencia, principalmente Policía Local y Bomberos. "Ellos son los profesionales, nosotros estamos de apoyo", remarcan, si bien muchas veces suelen ser los primeros en atender al ciudadano, por eso tienen clara la conducta PAS (Proteger, Alertar y Socorrer) y su formación en primeros auxilios ha resultado clave para salvar ya unas cuantas vidas.
Llegaron a ser 80, pero ahora son 34 los voluntarios en Burgos; otros 16 están en plena formación: 40 horas de teoría y de práctica "para que salgan de su zona de confort y pierdan el pánico escénico". "Veo gente muy capacitada y otra que está más limitada. No queremos Rambos, pero nuestra imagen social y corporativa es importante".