Cuando se piensa en las propuestas musicales que copan las listas de éxitos o los que llenan grandes estadios en conciertos multitudinarios se tiende a creer que la maquinaria que se mueve detrás de ellas son grandes empresas que operan desde las principales ciudades. Nada más lejos de la realidad, al menos en algunas de las experiencias que han despuntado en los últimos años. Un claro ejemplo es una firma arandina, Planeta Sonoro, que está detrás de la carrera meteórica primero de Shinova y ahora de Arde Bogotá, que acaba de colgar el cartel de todo vendido para el concierto de fin de gira en el WiZink Center de Madrid ¡para diciembre de 2024! después de recoger el premio Ondas al Fenómeno Musical del Año (y quedarse a las puertas de alzarse con un Grammy Latino que se quedó en nominación).
Estos dos grupos llevan, desde sus más tiernos inicios, bajo la tutela de esta empresa arandina, que se dedica a la producción musical y que ha ido creciendo poco a poco hasta tener una docena de empleados fijos «que llegan a ser hasta 500 o 600 cuando organizamos eventos», puntualiza uno de sus responsables, Javier Ajenjo que, gracias a la experiencia que da haber levantado de la nada el festival Sonorama Ribera, ha logrado situar su empresa en el ámbito musical a nivel nacional. «Sonorama es un generador enorme de oportunidades porque dinamiza toda la ciudad y la empresa ha ido creciendo a su alrededor», reconoce Ajenjo.
Estas cifras de empleabilidad temporal se justifican con la lista de festivales que ya organiza Planeta Sonoro por toda España, que suman una decena y se reparten por Valladolid, Benalmádena, Santander, Ibiza, Huerta del Rey, Aranda, el recién estrenado en Alcázar de San Juan, también Ponferrada al hacerse cargo del Planeta Sound leonés. Y la lista no se va a quedar ahí, porque pretenden seguir creciendo. A todo ello, suman la gestión de barras para otros festivales y la puesta en marcha de eventos, como es el caso de los Premios Envero en la capital ribereña.
Además de todo lo que supone esta labor, Planeta Sonoro está detrás de estos dos grupos punteros en el panorama nacional. A ambos los descubrió Ajenjo casi como una corazonada. «Ya he contado en infinidad de ocasiones cómo descubrí a Shinova escuchándoles en un CD rallado que tenía por el coche, charlamos esa primavera y desde entonces; a Arde Bogotá les escuché por primera vez hace tres años, fueron unos segundos, pero les hice subir a Aranda desde su Cartagena, vinieron en una furgoneta destartalada para tocar aquí y ahora son como mis hijos», relata Javier Ajenjo.
Consciente de todo lo que se mueve en torno a la música, él aboga por relativizar el éxito para sobrevivir. «Yo siempre les digo que no es que haya que tener los pies en el suelo, sino que hay que meterlos hasta la rodilla en cemento para asumir todo lo que les está pasando, a los dos, porque llenar todas las noches es difícil de asimilar», explica Ajenjo como prueba de que a estos grupos, y a su equipo, lo principal es cuidarles.