No para. Va en su ADN y lo hace completamente convencida y, sobre todo, con una enorme pasión. Esther Hoyuelos, licenciada en Educación Social, no comprende una jornada laboral basada en estar 8 horas en el mismo sitio. Ella, como 5.700 trabajadores en la provincia, tiene registrada más de una ocupación a lo largo del día.
«Llevo toda la vida así», reconoce. Desde que empezó su trayectoria siempre ha compaginado distintas actividades: proyectos en organizaciones sociales, clases de todo tipo en centros cívicos, dirigiendo comedores escolares, echando un cable en el turno de madrugadores... «Me permite desarrollarme personal y profesionalmente en muchos campos y eso me gusta mucho», reconoce. Además de conocer a multitud de personas, enfrentarse a todo tipo de retos, es decir, ser pluriempleada, le vino de maravilla cuando fue madre. «Me ampliaba o reducía la jornada en función de las necesidades de atención a la familia», indica.
A día de hoy, y prueba de ello es la secuencia de fotografías que acompaña este reportaje, trabaja en tres ambientes distintos. A las 9 de la mañana ejerce como profesora de gimnasia suave (mantenimiento) en la sede que la Universidad Popular para la Educación y Cultura (Unipec) tiene en la calle San Pablo. Posteriormente coge la mochila y se va hasta el centro cívico San Agustín, donde se quita el chandal y ejerce como docente.
«Hago de todo», resume Hoyuelos. Talleres de estimulación cognitiva para gente mayor, de psicomotricidad, cine son algunas de las tareas que desarrolla siempre y cuando le cuadren los horarios. Donde no falla es a mediodía en el colegio Jueces de Castilla, donde dirige el servicio de comedor. «Tengo más responsabilidad y gente a mi cargo y también me gusta», admite la burgalesa.
Al final del día trabaja más o menos -algunos más otros menos- lo que un empleado haría en un mismo puesto. «Ya me he acostumbrado a cambiar. Estar en un mismo entorno laboral 8 horas me costaría un poco», indica Hoyuelos, que valora los 'cambios de chip' que realiza según pasa la mañana. No es todo oro lo que reluce, ya que el pluriempleo, reconoce, también tiene pegas. Apunta especialmente a los traslados y a los horarios tan marcados. «Burgos es una ciudad cómoda para moverse. En capitales más grandes creo que sería mucho más complicado estar a tantos frentes», asegura.
Sin embargo, afirma que a nivel profesional es muy gratificante. «Nunca entras en la monotonía de ir al trabajo y que sea siempre lo mismo», apunta. En ocasiones, fruto de su esfuerzo, los responsables de las actividades que imparte le han planteado aumentar el número de horas. No obstante, Esther Hoyuelos siempre ha tenido claro que no iba con ella. «Quizás cualquier día me surge el empleo de mi vida, pero de momento no ha llegado», bromea. Ferviente enamorada del trabajo de cara al público, destaca sobre todo el cariño que sus alumnos, muchos de ellos ya talluditos, le muestran. «En cada sitio vivo una aventura», asegura.
Entre su círculo de amistades, confiesa, el pluriempleo no es una rara avis. «Casi todos mis compañeros tienen más de un empleo», explica. Como se trata de actividades de corta duración -2 o 3 horas máximo- muchos optan por compatibilizar varias, aunque siempre procurando que se concentren en horario de mañana o de tarde.