Fue, según la Policía Nacional, el mayor alijo de cocaína incautado por la Brigada de Estupefacientes de la Comisaría de Burgos. Una operación en la que cayó un conocido narcotraficante, José Ramón L., el cual contaba con antecedentes penales por este delito y también había estado en prisión por el crimen del Chaplin de Miranda de Ebro. Junto a él, otras dos personas han sido investigadas desde junio de 2021 hasta ahora, cuando deberán sentarse en el banquillo de la Audiencia Provincial. La Fiscalía pide para ellos penas de entre año y ocho meses, y 13 años de prisión.
El relato del Ministerio Público comienza el 1 de julio de 2021, cuando los seguimientos realizados por la Policía Nacional y la Guardia Civil a dos de los acusados, G.R.D. y J.G.A., concluyó en un control en el kilómetro 226 de la A-1. Ambos habían viajado juntos desde Álava hasta Madrid, donde se separaron en dos vehículos para que uno hiciera lanzadera del otro. En el registro encontraron 293,05 gramos de resina de cannabis, 8.280 euros en metálico, cuatro teléfonos móviles y un inhibidor de frecuencias para evitar el rastreo de conversaciones. En uno de los turismos, los agentes descubrieron dos 'caletas', cubículos realizados para ocultar droga.
A partir de ese momento, siempre según la acusación pública, entra en juego la figura de José Ramón L., al cual la Policía Nacional vinculó a clanes gallegos, en concreto al conocido como los Charlines. Sin embargo, nada de eso aparece en el escrito del fiscal, el cuál sí entiende que junto a J.G.A. venía dedicándose a la «elaboración y distribución de sustancias», funciones que realizaba desde su propio domicilio en Villímar y en una nave de Pentasa.
Por orden del Juzgado de Instrucción número 3 de Burgos, se realizaron registros en los domicilios de ambos en la capital y también en Guipúzcoa. Allí se encontraron varios kilos de cannabis, anfetamina, cocaína y éxtasis. Igualmente, en casa de José Ramón L. hallaron productos químicos para 'cortar' la droga, así como una licuadora, básculas de precisión, prensas hidráulicas con moldes, planchas con el logotipo de Mercedes, walkie talkies para mantener conversaciones sin que fueran intervenidas, una envasadora al vacío y un escáner de frecuencias.
Además, en la nave de su propiedad también hallaron varios vehículos de alta gama a nombre de su madre y de otra mujer que, según la Fiscalía, utilizaba de «testaferro». Y es que, sostiene, con la finalidad de ocultar el origen ilícito de las ganancias obtenidas con la venta de estupefacientes, compró un cupón de la bonoloto premiado con 30.000 euros.
El fiscal acusa a G.R.D. de un delito de tráfico de drogas sin causar grave daño a la salud, mientras que a J.G.A. y a José Ramón L. como autores de un delito de tráfico en cantidad de notoria importancia. Además, sobre el primero introduce una tenencia ilícita de armas y sobre el segundo blanqueo de capitales.
Así pues, José Ramón L. se enfrenta a 13 años de prisión, J.G.A. a diez años y medio y G.R.D. a uno y ocho meses.