Los colegios de Aranda demandan celeridad en los arreglos

I.M.L. / Aranda de Duero
-

Los centros escolares arrastran problemas de fontanería, grietas en los patios, necesidades de pintura y mejoras en la iluminación y el aislamiento térmico, mientras soportan una gran carga de burocracia

Las grietas en el patio del Colegio Fernán González van en aumento con el uso y el paso del tiempo sin arreglarlas. - Foto: I.M.L.

Los colegios públicos de la capital ribereña, cuyo estado y mantenimiento depende directamente del Ayuntamiento de Aranda, arrastran problemas desde hace varios cursos y, como apuntan sus responsables tirando de refranero popular, lo que no mejora, empeora. Los directores de los centros educativos arandinos coinciden en alertar de que la tardanza en atender las necesidades de arreglos que surgen en el día a día provoca que muchos problemas se cronifiquen y compliquen el día a día de profesores y alumnos, con cambios obligados en las rutinas escolares y riesgo de accidentes en las actividades que realizan.

«Siempre estamos pendientes de arreglos, pero tardan mucho en venir, sobre todo cuando se trata de algo de fontanería; nos dicen que no hay gente, que no dan abasto, aunque no nos cansamos de registrar reclamaciones en el Ayuntamiento», reclama el director del Colegio Castilla, Gustavo Hernando. «Cuesta mucho conseguir cualquier cosa, nosotros hemos estado hasta principios de diciembre para que nos colgasen las pizarras y los percheros después de unos arreglos, y es que la gente que hay no llega a todo lo que tienen que hacer», lamenta la directora del Colegio de Educación Especial Fuenteminaya, Esther Domínguez. 

Algunas de las reclamaciones que se hicieron el curso pasado ya se han atendido, como es el caso del Colegio Fernán González. «Las ventanas que estaban rotas ya las han arreglado, los problemas de fontanería también y están cambiando poco a poco las luces a led», enumera su directora Luisa María Arias, pero la lista de requerimientos pendientes suma nuevos problemas que surgen con el paso del tiempo y el uso. «Además de algún radiador que no funciona, y que ya está aprobada la construcción del ascensor para el verano que viene, seguimos con los problemas de las grietas en los patios, que cada vez se agrandan más, y ahora se está levantando el caucho que pusieron en el patio interior de Infantil, que tendrán que ver si lo cambian y por qué material», relata Arias, que no se olvida de la necesidad de pintado de paredes, «la última vez que lo hicieron fue en 2016» y la mejora del aislamiento térmico.

«Aquí llevamos todo el curso con un baño que tira agua que, además, es el de Infantil, y estamos todo el día con los niños de un lado para otro porque no podemos utilizarlo», pone como ejemplo de las carencias de mantenimiento Hernando, aunque lo más preocupante es el estado en el que sigue el muro del Colegio Castilla después de que se estrellase contra él un coche. «Eso fue en septiembre del curso pasado y seguimos pendientes de los seguros, porque nos dicen que con las grapas que pusieron es seguro, pero no nos fiamos mucho; tanto tiempo no es normal», lamenta su director. 

En el Colegio Fuenteminaya siguen a la espera de que renueven la pintura exterior «que se nos cae a cachos menos en las zonas donde tenemos los murales» a lo que suman otras necesidades. «Hemos pedido que nos pongan una pila mayor y de aluminio en el comedor, pero no se ponen de acuerdo en si lo tiene que hacer la Dirección Provincial o el Ayuntamiento, y eso que es una cosa menor», apunta Domínguez.

Mesa de diálogo. Más allá de los innumerables escritos que los directores aseguran que registran en el Consistorio arandino con peticiones de arreglo y mantenimiento, reclaman que se retomen las reuniones periódicas que se llevaban a cabo con todos los colegios. «Antes teníamos encuentros trimestrales, o periódicos al menos, como hilo directo con el Ayuntamiento, pero desde el covid no se han vuelto a realizar», explica la directora del Fernán González.

En estas reuniones, se aprovechaba para valorar las necesidades de los centros y sus posibles soluciones, que ahora se trasladan a base de escritos y poco más. «Nosotros necesitamos un conserje, que no tenemos, y somos nosotras las que atendemos el teléfono, abrimos la puerta y todo lo demás; nos hemos cansado de pedirlo y vamos a seguir hasta lograrlo», remarca Domínguez una de esas necesidades más allá del mantenimiento. 

ARCHIVADO EN: Aranda de Duero