La ola de solidaridad que recorre toda España desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania hace realidad retos imposibles en otras situaciones. Son varios los ejemplos de burgaleses que se han desplazado a la frontera polaca para rescatar mujeres y niños que salieron huyendo del conflicto bélico, pero también son numerosos los casos de instituciones locales que se implican, de distinta manera, en conseguir que expediciones de refugiados cuyo destino no es Burgos lleguen a buen puerto.
El Colegio Internacional Campolara organizó este pasado fin de semana, en tiempo récord, el alojamiento y manutención de un grupo de mujeres y niños ucranianos -en torno a los 60- que han cruzado el continente europeo en furgoneta para llegar a Portugal, donde Cáritas ha culminado ya el proceso para su acogimiento integral en el país luso.
Los impulsores de esta expedición, de origen portugués, habían programado el viaje de vuelta con el mimo y la diligencia debida, pero en un trayecto de 3.000 kilómetros y con tantas personas a bordo surgen imponderables que les han obligado a cambiar de planes en más de una ocasión.
La refugiada de más edad se despide de una joven burgalesa.A falta de una etapa para llegar a su destino final, la ciudad lusa de Portalegre, era obligada una parada más, que el mapa situaba en Burgos capital. En muy poco tiempo, los organizadores debían encontrar ayuda para dar cama y comida a todos los refugiados, para lo cual se pusieron en contacto con Sira Hernáez, directora ejecutiva del colegio Campolara, que junto a profesores del centro y familias de alumnos disponían en muy pocas horas la bienvenida a las familias ucranianas. Prepararon la comida del domingo, el desayuno del lunes y recabaron el apoyo del Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, situado junto a la institución educativa, para que los integrantes de la caravana -con 25 voluntarios también- pasaran allí la noche (...).
(Reportaje completo, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy martes o aquí)