Las madres clarisas franciscanas de Belorado formaban desde 2012 una única comunidad con dos sedes, el convento burgalés de Nuestra Señora de la Bretonera y el monasterio Artebakarra, ubicado en el conocido Caserío Islabe de Derio. En octubre de 2020 decidieron cerrar el complejo vizcaíno donde, según la página web que aún se puede consultar en internet, regentaban una hospedería y una casa rural, y mudarse a Orduña, decisión que no ha sido públicamente explicada y que ha sido el germen de todo el conflicto económico posterior, que marcha en paralelo o se sobrepone a las cuestiones teológicas que han desencadenado un cisma sin precedentes en la Iglesia Católica.
Meses antes de esa mudanza de Derio a Orduña se produjo una decisión administrativa que pudo al menos contribuir al adiós de las religiosas a su emplazamiento inicial en el País Vasco y al inmueble que llevan más de 3 años intentando vender y que ha hecho estallar, cuestiones dogmáticas al margen, el enfrentamiento con las Diócesis de Burgos y Vitoria. El Ayuntamiento de Derio dictó un decreto de Alcaldía el 26 de marzo de 2020 en el que se denegaba al Monasterio de Santa Clara de Artebakarra la licencia de actividad para «alojamiento turístico-casa rural» del Caserío San Miguel de Txorierri, que en la actualidad está «cerrado permanentemente».
La comunidad religiosa interpuso un contencioso administrativo pero primero un juzgado de Bilbao y posteriormente el TSJ del País Vasco han confirmado el acto impugnado en sendas sentencias, la última con condena en costas. Los tribunales concluyen que «la clasificación turística de 'casa rural' está considerada como un establecimiento de alojamiento de naturaleza similar al hotelero, pero en modo alguno calificable de residencial», según la normativa del País Vasco.
Dos monjas llegan al convento de Belorado a las 17 horas de ayer, procedentes de la sede de Orduña, a la que acudieron a alimentar a sus animales. - Foto: Alberto RodrigoJosé Ceacero, convertido en el portavoz de unas monjas que solo hablan a través de Instagram o previa negociación de exclusiva, aseguró ayer que la mala relación entre la abadesa, sor Isabel de la Trinidad, y el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, se remonta a aquella época. «Todo viene, desde luego, de cuando estaban en Bilbao. Que no vaya por ahí diciendo el señor Iceta que las llevó a Derio y que las quería mucho, porque es todo un puro paripé», opinó. «Sabe de sobra, perfectamente, que no van a echar marcha atrás porque conoce muy bien a la madre Isabel, no es nueva la relación que tienen y el malestar que hay entre ellos, es una inquina personal del señor Iceta», añadió Ceacero.
(Más información sobre esta polémica económica y sobre los nuevos portavoces de las clarisas de Belorado, en la edición impresa de este jueves de Diario de Burgos o aquí)