Al periodista Miguel Moreno le basta con echar un vistazo a una foto para saber si se hizo antes o después de 1960. «Se nota que España deja de estar en blanco y negro y la gente empieza a sonreír, está más lustrosa, más feliz, se ven mangas cortas, el peinado es más alegre, aparece el baile... Es un momento impresionante, porque ves las caras y, según la expresión y los tipos, ya sabes si es anterior o posterior», explica el experto y ya académico numerario de la Fernán González, institución en la que ingresó con un discurso titulado 'La fotografía en el siglo XX. De las placas de cristal a la imagen digital'.
El tema lo escogió por pasión y la época, porque la pasada centuria «está menos» estudiada en cuanto a imágenes que el siglo XIX. «Burgos es una provincia privilegiada, porque tiene muchas y muy buenas colecciones», apunta el investigador, en alusión a las de González Manero, Vadillo, Fede, el Fotoclub, Villafranca... De todas ellas habló este miércoles -sin olvidarse tampoco de otros muchos profesionales, tanto de la capital como de pueblos- y aprovechó para agradecer la «sensibilidad» de la Administración, sobre todo del Ayuntamiento y de la Diputación, que se han hecho cargo de numerosas colecciones «muy interesantes», pero sin olvidarse de que hay algunas en riesgo de desaparición por abandono. «Los profesionales se jubilan, quedan los negativos en el desván y hasta que se tiran», comentó Moreno, haciendo referencia expresa del fondo de Villafranca. «Creo que habría que intentar recuperarlo», insistió.
Moreno es periodista de formación e investigador por afición. Ha dedicado lustros a la fotografía y, a pesar de ello, asegura que sigue sorprendiéndose. «Me llaman la atención los retratos, la gente. Empiezas a rastrear estas nuevas colecciones [adquiridas o custodiadas por la Administración] y ves los retratos, personas anónimas, que no sabes quiénes son y ves las caras, las miradas y es como si te las dirigieran a ti», cuenta, especificando que esa sensación es tanto más placentera en una provincia como Burgos, en la que buena parte de la fotografía histórica del pasado siglo se centró en las autoridades. «Cuando lo interesante es la gente; ver a los niños, las mujeres, cómo se vivía... En cada colección que aparece encuentras nuevas imágenes más humanas y eso sigue siendo una sorpresa», afirma.
Siguen sorprendiéndome los retratos, la gente anónima. Es como si te miraran a ti»
Para Moreno, pues, lo más interesante del tema de su discurso en la Fernán González -leído en el Salón de Estrados de la Diputación, con réplica del historiador Isaac Rilova- es «el aspecto antropológico». Es decir, constatar cómo evoluciona la sociedad a través de detalles como la vestimenta, los peinados, las relaciones sociales o la forma de posar. «Primero, hombres y mujeres por separado; después, en la República, todos mezclados; tras la Guerra Civil, época durísima con fotos en las que el cura posa, por separado, con hombres, con mujeres, con niños...», detalla.
La abundancia de material refleja que en Burgos hubo interés por la fotografía y hay evidencias de cada década, aunque Moreno destaca que, paradójicamente, de lo que menos se encuentra es de los años sesenta y setenta. En ese repaso temporal aprovechó para hablar de profesionales y estilos (en «Burgos hay mucho más material patrimonial que paisajístico, por ejemplo»), subrayando que «a finales del siglo, a partir de los años ochenta, se nota que se produce un cambio radical, con la incorporación de nuevos fotógrafos como los que tiene Diario de Burgos. Los fotógrafos de prensa modernos han sido muy buenos», señaló.
En el siglo XX pasamos de las placas de cristal a lo digital y da vértigo: la gestión de las fotos de móvil es un drama»
Y como colofón, una reflexión acerca de la tecnología y sus riesgos: «Pasamos de las placas de cristal a lo digital, que da un poco de vértigo: todos tenemos fotos en el móvil, pero la gestión de ese material es un drama».