Han llenado plazas, salas y teatros con su primer disco, pero el 15 de marzo se enfrentarán al aforo «más ambicioso que hacemos nosotros solos». El Nido estrenará en el Fórum su segundo trabajo discográfico y para entonces apenas habrá dado a conocer tres temas. «Siempre nos ha funcionado muy bien el directo. Y la idea de presentar inmediatamente el disco, que la gente pueda escucharlo a la vez casi que en las plataformas, es algo que queríamos hacer. Sobre todo en Burgos. ¿Que igual sufrimos que a la gente no le ha dado tiempo a aprenderse las canciones...? No pasa nada, ya haremos lo que sea para que las canten», afirma algo más que seguro Rodrigo Cacharro. Y no dudamos de ello.
El nuevo trabajo se llama La constancia, término que les define como «un crisol de muchas ideas»: «No solo es el esfuerzo y la perseverancia, también el trabajo alrededor de la música tradicional que, como banda, es lo que desde siempre nos ha gustado. Aparte hace referencia a nuestra primera época porque una de las latas de pimiento que usábamos como percusión se llama así. Después de 150 conciertos la lata está muy viejita y apenas se lee el rótulo, pero ahí sigue», añade el músico.
La constancia es también el inicio de una nueva etapa con la que, dicen, quieren sorprender, aunque hay canciones que hacen de bisagra con Refugios a cielo abierto, su primer disco. «Después de dos años evidentemente no somos ni las mismas personas ni la misma banda. Hemos avanzado y aprendido y las canciones están más reforzadas en el aspecto folclórico. Hay canciones que caminan mucho por ritmos de baile y aunque están presentes las mandolinas, guitarras acústicas y violines, hay un mayor peso de las percusiones y las voces. Aparte hemos trabajado con dos productores diferentes y eso también ha enriquecido el disco. Lo ha hecho más potente», confirma Nacho Prada, otro de los cinco músicos de la banda.
Uno de esos productores es Hevi, con el que grabaron la canción Tucucu junto a Rodrigo Cuevas:«Ahí nos dimos cuenta de a los caminos a los que podíamos llegar con la música tradicional. Fue una ruptura de cabeza tremenda, además obviamente del hecho de trabajar con Rodrigo Cuevas».
El otro productor es Diego Galaz, con el que ya colaboraron en su primer disco, pero aquí «lo hemos enfocado desde otra perspectiva». «Nos conoce y nos ha propuesto otras maneras de hacer las canciones. Hemos puesto mucho más en él frente a los ritmos e incorporado instrumentos modernos como los teclados». También utilizan guitarras octavadas eléctricas y un bouzouki griego, que aportan otros sonidos, «pero no es el tuétano ni la raíz del disco; son colores», añade Prada.
Para hacernos una la idea el viernes lanzan el primer single. Se llama Perdón y a quienes les escucharon en la Plaza Mayor durante el Festival Tribu les sonará, porque en ese emocionante y concurrido concierto ofrecieron el primer avance. Con él ni están solicitando la absolución ni lo utilizan como fórmula de cortesía. Lo que piden con la carismática voz de Prada y una percusión que incita a bailar es que si olvidamos lo que fuimos y dejamos de lado nuestras raíces no hallaremos perdón. Ahí lo dejan.