Casi tres años después, Teresa Flores ha recuperado su piso. Lo alquiló en octubre de 2021 para afrontar su nueva hipoteca de una manera más desahogada. Pero todo se torció el verano pasado. Avisó con antelación a los inquilinos de que necesitaba su vivienda, en el barrio arandino de Santa Catalina, y les pidió que cuando venciera el contrato que habían firmado le entregasen las llaves. Lo que no se imaginaba es la "pesadilla" que comenzaría en ese momento. Ha estado casi un año y medio sin cobrar el alquiler y, tras poner una denuncia por impagos, ha tenido que renunciar al dinero que le debían para recobrar su piso.
Ahora, ya con las llaves, cuenta que no se lo ha encontrado destrozado, "no han arrancado las puertas ni tampoco las ventanas están rotas, pero me han dejado una avería bastante considerable". Se refiere, por ejemplo, a que en dos de las tres habitaciones las paredes se hallan "negras de la humedad". Además, el baño "estaba atascado por completo". Ella intuye que se debió inundar porque hay muebles "hinchados y estropeados". A ello se suma que tendrá que cambiar las jambas de las puertas o que la pintura del techo de la cocina se halla "levantada", por no hablar de la campana extractora, "que no sale".
Al final, según las primeras estimaciones de Flores, entre el alquiler que no ha cobrado, los gastos en abogado y procurador, la factura del agua de unos 700 euros que han dejado pendiente y las averías, calcula que su pérdida económica oscila entre 10.000 y 12.000 euros.
Asegura que se siente "tranquila porque he recuperado mi casa, pero también muy cabreada por todo lo que hemos pasado". No ve justo que haya tenido que renunciar a la deuda para recuperar su piso y, por ello, cuestiona: "¿Vuelvo a denunciar para que paguen los daños? ¿Cómo es posible llegar a esto? ¿Por qué no les han dado facilidades para que paguen lo que deben? Después de todo, parece que tienes que dar las gracias", zanja enfadada.