La edad de las madres primerizas pasa de 24 a 31 años desde 1978

R. Travesi / Burgos
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El doctor Berzosa elabora un estudio de la actividad durante los últimos 30 años del servicio de Obstetricia y Ginecología del Yagüe

El doctor Berzosa realiza una ecografía a una embarazada. - Foto: DB/Jesús J. Matías

El día en que el Hospital General Yagüe cierre sus puertas se pondrá fin a una parte muy importante de la historia de la ciudad y la provincia puesto que es un centro por el que, por uno o por otro motivo, ha pasado alguna vez todo burgalés. El 10 de junio de 1960 se produjo el ingreso en el hospital de la primera paciente, Carmen, para ser operadas de una apendicitis. Otro nombre para el recuerdo será del último bebé que nazca en la vieja Residencia.

Un hospital es un lugar al que acuden, básicamente, enfermos para curarse de una patología pero también son muchas las mujeres que van a dar a luz. ¿Alguna vez se ha parado a pensar el número de personas que ha nacido en el Yagüe? La respuesta la encontramos en una recopilación que ha llevado a cabo el doctor Jesús Berzosa. Entre 1978 y 2011, los profesionales de ese centro han asistido a 68.267 partos. Es decir, un promedio de 2.007 nacimientos al año o de 5,5 al día.

34 años dan para mucho, tanto como «una vida entera» -según Berzosa-, pero también para ver nacer a muchos bebés. Hoy atiende los partos de las mujeres que en su día ayudó a nacer. Es el tiempo que coincide con la estancia de este médico en el servicio de Obstetricia y Ginecología del General Yagüe.

Menciona cifras y estadísticas como si fuera un demógrafo o un sociólogo pero es un ginecólogo que ahora está a unos meses de disfrutar su jubilación. Lo que ahora hace público es fruto de una recopilación de datos de todos estos años de uno de los servicios prioritarios en todo hospital como es la asistencia a los partos. La presentación de estos datos no es casual porque Jesús Berzosa ha elegido este momento porque este año, a partir de abril, los alumbramientos tendrán lugar en el nuevo Hospital Universitario.

Un repaso a toda esa actividad permite comprobar la evolución demográfica en los últimos años y el progresivo envejecimiento de la población. El servicio hospitalario es un fiel reflejo de la sociedad burgalesa. La población de la provincia ha caído tanto que, en la actualidad, la tasa de reposición es negativa. Vamos, que se muere más gente que la que nace.

Si el máximo de partos en el periodo de estudio se alcanzó en 1978 con 2.493, el mínimo fue veinte años después (1998), con 1.555 nacimientos al año. El descenso ha sido progresivo hasta llegar a 2002 cuando existe un repunte que se extiende hasta 2008 porque después hay otra ligera caída. Ese pequeño incremento coincide con los partos que protagonizan las mujeres extranjeras, con una tasa del 22% en 2010.

Pautas de conducta

Berzosa justifica este retroceso por la crisis económica que ha motivado que muchos inmigrantes hayan regresado a sus países de origen y por que con el tiempo ha bajado su capacidad reproductora. Si en 2003 procreaban una media de 1,9 hijos ahora se ha pasado a 1,6. «Han adoptado las pautas de conducta de las españolas», precisa este ginecólogo.

La nacionalidad es de lo más variada hasta llegar a 47 países, aunque destaca, por número, Rumanía, Marruecos, Ecuador y Bulgaria.

Pese al empuje de partos de mujeres de otras nacionalidades en los últimos años, la provincia de Burgos siempre ha tenido una natalidad por debajo de la media nacional.

Hablamos de que, en un principio, el servicio del Yagüe prestaba atención al 50% de los partos que había en Burgos y provincia y ahora ese porcentaje se sitúa en el 70%, puesto que el resto corresponde a los hospitales de Aranda y Miranda. El centro de la capital también ha asistido embarazos de mujeres de otras provincias limítrofes como Palencia, Soria, Logroño y Valladolid puesto que el hospital dispone de un buen servicio de Neonatología y Cirugía Pediátrica, por lo que hay muchos que se derivan aquí.

La tasa de natalidad está afectada, en primer lugar, por el número de mujeres en edad fértil, de 15 a 45 años, que en Burgos ha aumentado en 11.000 féminas desde 1978. Aunque será una cifra que tenderá a estancarse puesto que ahora les corresponde ser madres a aquellas que nacieron bajo la crisis de natalidad de los años 80. Otros factores a tener en cuenta es la tasa de fecundidad, que es el número de nacimientos por mujer. De los 2,23 hijos se ha pasado a 1,36 en la provincia. Un dato alarmante porque, tal y como recuerda Berzosa, estamos por debajo del 2,1, que marca el índice de reposición de la población o reemplazo generacional. De ahí, la disminución de los habitantes y el elevado envejecimiento.

La Organización Mundial de la Salud recomienda que el primer embarazo debe ser entre los 20 y 24 años y si desea tener más hijos la mejor edad es antes de cumplir los 30. Incluso, cita que es preferible para las mujeres no tener descendencia por encima de los 35 años, especialmente si el primer hijo. Berzosa apunta que esta recomendación de la OMS no tiene mucho o ningún predicamento entre las mujeres burgaleses. No en vano, afirma que el porcentaje de embarazadas igual o mayor de 35 años ha pasado del 12% en 1978 al 36% en 2011. Son datos peor aún que a nivel nacional donde el cambio ha sido del 14 al 30%.

Pero hay más. La media de edad para el primer parto a finales de los 70 era de 24 años y el año pasado se ha situado en 31,4, un punto por encima de la media en España. Las burgaleses no solo tienen sus hijos cada vez más tarde sino que también desciende el número de embarazos. Es decir, si en 1978 el 31% de ellas daba a luz tres o más bebés, ahora es solo el 10,6%. Por tanto, hay muchas menos familias numerosas. Hay casos extremos como el de una fémina que en 1988 tuvo su décimo sexto parto.

Siempre hay excepciones y también están recogidas en el trabajo de Berzosa. El parto de menor edad asistido en el Yagüe fue en 1988 y correspondió a una mujer, mejor dicho una niña, de 13 años. En el otro extremo, el alumbramiento de mayor edad fue en 2008 y correspondió a una madre de 49 años.

Este desplazamiento de la maternidad a edades tardías es, para Jesús Berzosa, consecuencia de la incorporación de la mujer al mercado laboral, del mayor bienestar social, la crisis, el cambio de hábitos culturales o incluso por el aumento de la perspectiva de vida y la estabilidad de la pareja. De ahí que el jefe clínico del servicio abogue por que las administraciones se tomen en serio la natalidad y adopten medidas como la ampliación de las bajas maternales, la dotación de más ayudas económicas, un incremento del número de plazas de guardería y que las embarazadas cuenten con más protección jurídica. «No puede ser que el quedarse embarazada sea una amenaza de perder su puesto de trabajo», asevera.