Ane fue el gran salto en la vida profesional de David Pérez Sañudo (Bilbao, 1987). Fue la película que le catapultó como uno de los directores emergentes del país y le abrió decenas de puertas. La rodó en el otoño de 2019 en apenas cuatro semanas y con «un millón de euros pelado». Pero logró tres estatuillas en la gala de los Goya de 2021, que se llevaron las dos actrices principales y él mismo junto a Marina Parés por el mejor guion adaptado. A comienzos de febrero dirigirá el rodaje de su segunda película, Los últimos románticos, con algo más de 2 millones de presupuesto. Pero en otoño y con su propia productora, Amania Films, dará un salto de gigante grabando una película de la que prefiere no avanzar el título, pero en la que contará con más de 6 millones de euros y escenarios de Álava, Vizcaya y la provincia de Burgos, aún sin determinar.
Las productoras Irusoin y La claqueta han confiado en el guion con el que Pérez Sañudo ha adaptado al cine el Premio Euskadi de Literatura 2021 de la autora alavesa Txani Rodríguez. De nuevo, en la tarea de escribir el guion le ha acompañado Marina Parés, como en Ane. Pero él será también director. Contará con siete semanas para rodar en Guernica, sobre todo, pero también en Bilbao, Aranguren, Rentería, Lisboa y Andalucía.
El segundo largometraje del cineasta menés será respaldado por el Gobierno Vasco y la Junta de Andalucía, así como por la televisión vasca EiTB y Canal Sur, además de una importante plataforma de cine y productos audiovisuales, en la que se podrá ver después de su paso por las salas de cine. La reconocida distribuidora A contracorriente será la que la llevará por el país, aunque las fechas de estreno de la cinta aún no se han decidido y se programarán en función de las fechas de los festivales a los que pueda optar y otras cuestiones, como explica el propio Pérez Sañudo.
Actores desconocidos. En Los últimos románticos, el menés dirigirá a «actores desconocidos», incluso en papeles protagonistas, muchos de ellos vascos y andaluces. El casting ya está en marcha así como las tareas de preproducción que estos días han ocupado todo el tiempo de Pérez Sañudo ante el inminente rodaje. La historia que relatará su segundo largometraje, «a medio camino entre el drama y la comedia», como él mismo la define, es la de «una mujer que trabaja en una fábrica de papel, en la que hay ciertas tensiones laborales porque está habiendo despidos, pero, sobre todo, es la historia de la protagonista que está afrontando un duelo por la perdida de su madre».
En sus ambientes no le resultará ajena, porque buscará reflejar la «decadencia de pueblos que han sido muy esplendorosos industrialmente hablando y han vivido cierres o desmantelamientos importantes y, obviamente, eso conlleva un impacto económico, como ocurrió con el cierre de Valca en el Valle de Mena». «En medio de esa atmósfera, contará la historia de un personaje muy particular, muy muy luminoso y creo que puede ser una película muy especial», avanza. El libro también recorre territorios que el cineasta domina muy bien, por la cercanía del alavés Valle de Ayala -Llodio, Artziniega, Amurrio...- con el Valle de Mena, donde se ha criado durante su infancia y adolescencia.
Y en cuanto acabe con Los últimos románticos se lanzará a los últimos preparativos de la gran y esperada película que rodará en otoño. David Pérez Sañudo ya trabajaba en 2019 en el guion de esta cinta, que será su mayor proyecto cinematográfico hasta el momento. Se trata de una cooproducción internacional ambientada en el siglo XIX, lo que triplica el presupuesto del rodaje de este invierno. Ante la cantidad de proyectos que se le están acumulando, el cineasta menés reconoce que tuvo que dejar el pasado curso las clases de Dirección cinematográfica en la Universidad Carlos III y de Guion y Dirección que impartía en la Complutense de Madrid.
«En Castilla y León no se habla de cine cuando en otros lugares es una línea estratégica». El cineasta menés muchas veces saca su lado reivindicativo y, aunque la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte ha otorgado una subvención de 16.400 euros a su cortometraje Agrio, del proyecto Rodando Burgos, se muestra crítico. La convocatoria destinó 125.000 euros a cortometrajes y 250.000, a largometrajes, documentales y ficción o series.
«Cómo hacer con 250.000 euros que haya una producción estable cuando en otras autonomías esa cantidad es para una sola película», se pregunta. Admite que puede haber diferencias presupuestarias, pero se muestra escéptico respecto de este argumento y cree que la Junta de Castilla y León «podría aportar 800.000 euros o un millón anuales al sector audiovisual». «El dinero está, pero la cuestión es dónde se mete», piensa en alto, a la vez que recuerda los beneficios económicos que dejan los rodajes, siempre superiores a las ayudas.
«No me da la sensación que haya nadie con interés de crear una industria del cine», añade y que «en Castilla y León no se hable de cine cuando en otros lugares es una línea económica estratégica» cree que expulsa al talento de la comunidad.