A la inagotable cantera del fútbol inglés, de la que están brotando en los últimos años jugadores de primer nivel de forma incontenible, aún le faltaba aportar un centrocampista organizador, con vista panorámica, visión de juego, capacidad de mando y un descaro sin igual para arriesgar con el balón en los pies. Pero si había un conjunto necesitado de un 'timonel' para la medular ese era el Manchester United. La época post Alex Ferguson dio paso a un páramo de títulos y alegrías sobre el césped que también se trasladó al centro del campo del Teatro de los Sueños, que no volvió a presenciar a un futbolista de entidad desde que los mandos del equipo fueran propiedad de Paul Scholes y de Michael Carrick. Ahora, el presente y el futuro es de Kobbie Mainoo.
Han sido muchos los que han intentado hacerse jefes de la 'sala de máquinas' de los 'red devils', y ninguno ha cuajado. Son incontables los nombres. Desde Fred, hasta Schneiderlin, pasando por Bastian Schweinsteiger, Mkhitaryan, Fellaini, Herrera, Paul Pogba, Nemanja Matic, Christian Eriksen, Donny Van de Beek o Marcel Sabitzer.
Todos son de un perfil muy distinto, pero alguna vez desempeñaron el rol de esa columna vertebral que tiene que sujetar a un conjunto con una historia tan grande que empequeñece a cualquiera. Ni siquiera el descaro de la juventud es capaz de paliar por sí solo eso. Este debe estar aderezado por otras cualidades que en su pequeño cuerpo de 175 centímetros parece albergar el bueno de Mainoo.
Con apenas 22 partidos en la élite y cinco meses en el primer nivel, el británico fue convocado en el último parón de selecciones por Gareth Southgate para formar parte del conjunto absoluto de Inglaterra. Como otros casos en otros países, el centrocampista del United también quema etapas a ritmo de vértigo.
Tranquilidad
Y no es para menos. No debe asentarse como normal que jugadores de menos de 20 años, 18 en el caso de Mainoo, campen a sus anchas y muestren una tranquilidad sobrehumana con el foco encima de ellos mientras ejercen una labor que a los más experimentados les lleva directamente a un ataque de temblor de piernas.
No es el caso de este joven jugador que concentra en su menudo cuerpo una calidad inusitada con la pelota en los pies. Sobre el cuero de su bota, la esférica se pone bajo sus órdenes, domada y obediente como cuando está bajo el influjo de los mejores.
Solo con esa capacidad de mando se explica la asunción de riesgos que presenta Mainoo, y el elevado índice de éxito en esos pases que hacen avanzar a su equipo hacia delante y que tanto cuesta hallar dentro de un ecosistema en el que el fallo penaliza mucho más allá de la reprimenda del entrenador.
Eso no va con el de Stockport, porque directamente no comete errores. Desde la medular ha desplazado a otros jugadores que en principio partían como titulares (Christian Eriksen) y está encontrando en la ruina del un 'gigante' venido a menos su lugar ideal para iniciar una bonita historia de amor con Old Trafford, estadio al que ya se ha ganado gracias a la tímida reacción que el cuadro mancuniano ha tenido desde que él se ha asentado como habitual.
El presente ya es de su propiedad, pero el futuro parece hecho a su imagen y semejanza para poner la primera piedra del resurgir del United.