La mamá de Michu, que según su hijo «no entiende mucho de fútbol», vaticinó una derrota del Burgos CF ante el Racing de Santander el pasado domingo. Miraría la clasificación y al ver a los cántabros en lo más alto y a los burgaleses tan abajo, lo vio negro. «Pues perderéis», debió decir. Razonable. Algo similar oí yo cuando salía de casa rumbo al estadio; ni me molesté en rebatirlo. Dos horas después sonreía El Plantío y lloraban -igual no literal, aunque así lo pareciera en rueda de prensa- los visitantes. 'Victoria cidiana', abría este periódico al día siguiente; 'Respuesta de orgullo', titulaba la crónica.
La lógica que impuso el intratable San Pablo para arrollar al colista Morón el sábado no siempre se cumple en el deporte. Y el Burgos, que llevaba sin ganar desde el día de la Lotería de Navidad, se reencontró con la victoria gracias a un gol de Fer Niño, que encadenaba más de tres meses sin marcar. Subidón y alivio para un futbolista que ya confesó en estas páginas haber estado «mentalmente casi hundido» esta temporada. El equipo lo necesita, más aún viendo que Edu Espiau -mucha voluntad, nulo acierto- sigue sin ver puerta y que Fernando Mimbacas, «el otro que puede jugar en esa posición» -palabras de Ramis sin mencionar al uruguayo-, aunque está, no sé si se le espera.
Volviendo a Michu, el director deportivo del Burgos llamó al orden a los suyos el otro día en rueda de prensa, imagino que previamente ya lo habría hecho de puertas para adentro. Habló de la necesidad de espabilar y de subir el nivel «incluso para tener hueco en el entrenamiento», advirtió. Y parece que la regañina pública tuvo el efecto deseado.
Con orgullo y valor, y con el aliento de la grada, remontaron el partido los futbolistas blanquinegros para aumentar a cinco puntos -a falta del partido aplazado en Ferrol- la brecha con el descenso. Hay mimbres... y los fichajes que debutaron (Quintanilla, Barès y Elady) pintan bien, pero el que se quedó (Sancris) es diferencial.