El grupo Alibérico vuelve a crecer en Miranda. Lo hace con su tercera factoría, que al igual que Alintra y Alucoil está ubicada en el polígono de Bayas. El presidente de la compañía, Clemente González Soler, explica que «la planta de Durolac es única a nivel mundial», por lo que espera ampliar la cartera de pedidos y completar los tres turnos para cerrar una plantilla de 30 empleados. Para ello, el responsable apunta que «gran parte de la producción será exportación y tenemos la vista puesta en los mercados asiáticos».
González advierte de la necesidad de llegar a todos los rincones del planeta, en un momento en el que «el mercado europeo está débil y la demanda ha bajado», matiza. Mientras tanto, destaca que el tejido «español está mejor», aunque tiene clara la vocación con la que nace esta nueva apuesta, por lo que incide en que «daremos a conocer este producto en todos los grandes estudios de arquitectura a nivel mundial».
El responsable del grupo admite que la puesta a punto de todos los equipos de la fábrica ha llevado más tiempo del previsto. Tras varios años pendientes, el presidente de Alibérico indica que «ahora ya tenemos pedidos y estamos en producción normal». Como reconoce, solo queda dar un paso en los mercados para aumentar el número de clientes, ya que «lo normal es tener los tres turnos activos», remarca. Entre las dificultades que han superado para arrancar, González ensalza la tecnología Durolac, con la que trabajarán en esta nave de la calle Bardauri.
«El producto, el proceso de fabricación y la maquinaria ha sido desarrollado con tecnología propia, por la gente de I+D de Alucoil», puntualiza el responsable de la compañía, quien reitera que «esta es una línea única a nivel mundial».
Dentro de la previsión para su tercera factoría en Miranda, todavía queda por encontrar una fecha para la inauguración oficial, algo que esperan realizar en los meses de octubre o noviembre. Mientras tanto, la producción seguirá, aunque «estamos haciendo puesta a punto de ciertos productos, porque la gama es muy amplia y tenemos que desarrollar todo el potencial para obtener la calidad que queremos», manifiesta.
González aclara que con esta tecnología pintarán «con una pintura de alta calidad y residente». Este hecho, puntualiza que ya les convierte en «únicos», aunque también resalta que «es una planta muy flexible que da plazos de entrega muy rápidos, a una o dos semanas».
Otro de los puntos con los que quieren diferenciarse pasa por «hacer cualquier cantidad», apunta González, quien matiza que «en este sector cuando se pide algo tienes que llegar a un mínimo», pero en su caso suprimirán esta condición, porque pueden suministrar la cantidad que pida el cliente.
Alibérico aterrizó en Miranda en 1996. En aquel momento, arrancó con Alucoil, uno de los centros de trabajo más importantes de la ciudad con unos 170 empleados. A esta fábrica, el grupo sumó en 2020 otra bajo el nombre de Alintra, en la que cuentan aproximadamente con una plantilla de 30 personas.