Muchos hubieran tirado la toalla ante la magnitud de la empresa y la ausencia prácticamente total de apoyos institucionales. Pero el movimiento ciudadano Salvemos Rioseco y la parroquia que dirige Juan Miguel Gutiérrez Pulgar decidieron sacar fuerza del amor al patrimonio y con su voluntad han logrado el triunfo de ver renacer el monasterio de Santa María de Rioseco. Esta joya cisterciense, que recibió a sus primeros monjes en 1237 y que vivió su mayor esplendor en el siglo XVI, concluye hoy la tercera Semana del Voluntariado y mañana celebra con una gran fiesta algo que a todos les parece «increíble».
Cuando Salvemos Rioseco decidió comenzar a llevar su voz por la comarca y a realizar acciones para buscar fondos económicos que ayudaran a consolidar lo que queda del monasterio, parecía que un bombardeo había devastado su iglesia y que una selva tropical se había creado en ese punto del Valle de Manzanedo. Primero empezaron a desbrozar maleza y más maleza. En agosto de 2011, los primeros 81 voluntarios recolocaron todos los enterramientos ubicados en la iglesia del monasterio, su altar y todos los elementos que se habían cambiado de sitio.
Faltan numerosas lápidas, que han sido expoliadas, pero algunas como la del Licenciado Cristóbal Varona Saravia, que data de 1596, han vuelto estos días a la iglesia. Estuvo guardada en el Monasterio de Santa María de Vileña de Villarcayo y tras su cierre, el Arzobispado la trasladó a Burgos. Ahora ha autorizado su vuelta al lugar que le corresponde junto a la de su esposa, Catalina de Murueta en la nave lateral de la iglesia dedicada a los Varona Murueta. La otra está dedicada a los Velasco.
El pasado año, los trabajos de 120 voluntarios recompusieron la Sala Capitular, aneja a la iglesia y buena parte del claustro. Pero este año, la tarea de más de 120 personas -aún ni se ha hecho recuento- ha servido para «avanzar muchísimo», como relata Juan Miguel Gutiérrez. «Los propios voluntarios se sorprenden de los resultados», continua. Su esfuerzo ha hecho posible ir retirando toda la tierra que invadía parte del claustro e impedía conocer toda la belleza de sus muros.
Arcos libres
Uno de los momentos más importantes de esta semana ha llegado con la retirada de la tierra y el escombro que tapaba hasta un metro ochenta de altura el final de uno de los cuatro pasillos del claustro. Con los trabajos de estos voluntarios también se han retirado las piedras del muro que cegaba uno de los arcos y que fue levantado como el resto durante la etapa en que el monasterio fue una cuadra para el ganado, cuando ya había quedado en manos privadas con la Desamortización de Mendizábal.
Se han consolidado otros arcos, rejunteado piedras y abierto accesos, como el que conduce a la Torre del Abad o el que comunica el claustro de clausura del antiguo monasterio con el de la antigua hospedería. Se ha puesto techumbre al antiguo y bellísimo horno de pan de los monjes y se ha limpiado la huerta y uno de los estanques donde se acumulaba el agua. El sistema de riego y de canalización del agua del monasterio que llega desde el manantial de una cueva ubicada a 800 metros del paraje es otra de las curiosidades que el trabajo de los voluntarios ha logrado sacar a la luz estos años.
Solo hay que retirar maleza y tierra para ir redescubriendo el que fuera el monasterio de mayor importancia en la comarca junto al de San Salvador de Oña. El pasado año comenzaron las visitas guiadas al monasterio los fines de semana, siempre de la mano de voluntarios, entre ellos muchos alumnos del IESMerindades de Castilla de Villarcayo, en los que ha prendido la mecha de salvar Rioseco.
Este verano, las visitas se extienden a todos los días de la semana y una media de setenta u ochenta personas se acercan a diario a conocer el monasterio que esta semana han podido ver con los voluntarios manos a la obra. La mayoría proceden del Valle de Manzanedo y de Villarcayo, aunque incluso participan en los trabajos familias de Burgos.
Carlos Pineda, quien ejerce como Policía Local de Burgos, y pasa sus veranos en la localidad de su esposa, San Miguel de Cornezuelo, ha cambiado estos días su uniforme por la herramienta de albañilería. Chelo, de Manzanedo, ha vuelto a poner su grano de arena como suele hacer en casi todas las empresas de la parroquia. Rosa, de Manzanedo, ha hecho todos los días la comida por las mañanas y por las tardes a trabajar. Estudiantes, trabajadores de todos los sectores o jubilados están juntos en este proyecto que no se para, igual que no se para la recaudación de fondos.
La historiadora Esther López Sobrado editó en 2011 el libro Santa María de Rioseco. El monasterio evocado y decidió donar todos los beneficios a esta causa. Ya se han vendido los 1.200 ejemplares de la primera edición y han salido los 500 de la segunda. Este monasterio tiene muchos aliados y todos trabajan con el corazón.
Mañana, domingo, lo celebrarán con una gran fiesta que comenzará con una misa a las 12.30 y continuará con una visita guiada, una paellada, animación infantil y música en directo durante toda la tarde con los grupos Stuffed lion banda, Duovadis y la Zimmerband.